Abre sus puertas el Centro Botín, nueva joya de Cantabria
Era el sueño de Emilio Botín, su «niña bonita». Desde 1993 el banquero presidía la Fundación Botín, creada hace 53 años, en 1964, por Marcelino Botín Sanz de Sautuola y su esposa, Carmen Yllera, para promover el desarrollo social de Cantabria. Soñó para ella una nueva sede en la bahía de su amado Santander. Y no solo lo soñó, sino que logró hacerlo realidad, aunque falleció inesperadamente en septiembre de 2014, sin poder ver en pie el proyecto que un día encargara al arquitecto italiano Renzo Piano. Sí pudo ver al menos cómo en 2012 arrancaba esta aventura. Le pidió a Piano que acabara el edificio en 18 meses. ¿Sería una premonición? Pero era tal la complejidad que resultó imposible. Hoy estaría feliz.
Santander era ayer un hervidero del mundo artístico. No faltaba nadie, excepto Emilio Botín. Bastaba con ver los aviones llegados en las últimas horas a la ciudad, repletos de mecenas y coleccionistas, directores de museos, ferias, centros de arte, salas de subasta y fundaciones; artistas, galeristas, comisarios, críticos, periodistas especializados internacionales... Entre ellos, la vicepresidenta de ABC, Soledad Luca de Tena; Gustavo Cisneros y su mujer, Patricia Phelps de Cisneros; Patrizia Sandretto Re Rebaudengo; Elena Cué y su marido, Alberto Cortina; Rosario Nadal, Miguel Zugaza, Carlos Urroz, Elvira González, Pilar González de Gregorio, María y Lorena Corral, Borja Baselga, Íñigo Navarro, Oliva Arauna, Pepe Martínez Calvo, Luis Valverde...
La jornada de ayer estaba reservada a los profesionales del sector: visita al centro y almuerzo. Tras la inauguración oficial de hoy a cargo de los Reyes, a partir de las 10 de la noche habrá un espectáculo de luz y sonido en los Jardines de Pereda. Una hora después el flamante Centro Botín abrirá sus puertas a los primeros 1.200 visitantes: los 600 Amigos con que ya cuenta el centro y sus acompañantes. Mañana, de 10 a 21 horas, podrá visitarlo el público. Ya se han repartido más de 70.000 pases permanentes entre los cántabros para su visita gratuita.
El «efecto Guggenheim»
Aunque las comparaciones son odiosas, resulta inevitable hablar del «efecto Guggenheim». El edificio de titanio de Gehry es un imán para los nuevos museos, debido tanto a su éxito social (en 2016 fue visitado por 1.169.404 personas), como por su impacto económico (el año pasado contribuyó al incremento de 424,6 millones de euros del PIB y mantuvo más de 9.000 empleos). Íñigo Sáenz de Miera, director general de la Fundación Botín, no facilitó ayer a la prensa ningún dato de algún estudio sobre el impacto económico o número de visitantes que se prevé tenga el Centro Botín. «Apostamos por la calidad, no por la cantidad», dijo al respecto. Tampoco desveló cuál ha sido el desfase del presupuesto. Recordó que el coste era de 80 millones de euros, incluidas la rehabilitación y ampliación de los Jardines de Pereda (se ha pasado de 2 a 4 hectáreas, se han triplicado las zonas verdes y se ha creado una zona infantil de juegos de 774 metros cuadrados), que ha llevado a cabo el paisajista Fernando Caruncho, en asociación con Renzo Piano; y la construcción de un túnel de 372 metros para soterrar el tráfico, logrando así conectar la ciudad con la bahía. En 2015 el presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, desveló que el desfase presupuestario era de 20 millones de euros.
Como recordó ayer durante la presentación del proyecto Javier Botín, presidente de la Fundación Botín, la financiación ha sido cien por cien con fondos propios, aunque agradeció la ayuda del Gobierno de Cantabria, el Ayuntamiento y la Actividad Portuaria de Santander. «Éste es nuestro proyecto más social, más global y más local», subrayó.
Para Fátima Sánchez, directora ejecutiva del Centro Botín, la cornisa cantábrica se ha convertido en un eje cultural de primer orden. Al Guggenheim bilbaíno se suman el Museo de la Universidad de Navarra en Pamplona, el Kursaal de San Sebastián (ambos de Rafael Moneo), o el Centro Niemeyer de Avilés (que acabó siendo un fiasco). Con permiso de las Cuevas de Altamira, el Centro Botín es la nueva joya de Cantabria. Parafraseando a Renzo Piano («el arte nos hace mejores»), Fátima Sánchez dice que éste será «un espacio vivo, un lugar de encuentro único, que fomentará la creatividad a través de las artes». La Fundación Botín lleva quince años desarrollando la inteligencia emocional. Hoy lo hace a través de un proyecto en colaboración con la Universidad de Yale. Además, la directora del Centro Botín tiene claro que éste «enriquecerá y dinamizará la vida de la ciudad y de la región». Algo en lo que parece estar de acuerdo la mayoría de hosteleros, comerciantes y taxistas, que ven este proyecto como una fuente de progreso y riqueza para la ciudad.
De la parte creativa se ocupan Benjamin Weil, director artístico del Centro Botín, y Vicente Todolí, exdirector de la Tate Modern, presidente de la comisión asesora de artes plásticas de la Fundación Botín. Ellos han programado las tres exposiciones inaugurales: la primera monográfica de Carsten Höller en España, una muestra de dibujos de Goya y una selección de la colección de la fundación. Cristina Iglesias ha creado una intervención escultórica permanente, «Desde lo subterráneo», que incluye cuatro pozos en los Jardines de Pereda y un estanque bajo las escaleras del centro.
Modificaciones
Aunque no todo ha sido un camino de rosas. A los retrasos y sobrecostes se suman los desacuerdos con las constructoras, que ralentizaron los trabajos. Renzo Piano tuvo que hacer cambios en el proyecto original. Hubo protestas por el tamaño del edificio (se redujo 100 metros cuadrados) y por el emplazamiento dentro del muelle de la Albareda. Se desplazó el edificio unos cien metros hacia la Estación Marítima para mantener en su lugar la Grúa de Piedra, un icono del puerto de Santander. Además, desapareció la pasarela sobre los Jardines de Pereda, debido a que se soterró el tráfico. La ciudad ha ganado en accesibilidad a la zona, antes cerrada por una valla (paseo para peatones, carril bici), reducción de la contaminación... Hubo protestas, como la de la Plataforma en Defensa de la Bahía. Pero el Tribunal Supremo ratificó la legalidad del Plan Especial del Puerto de Santander, dando luz verde a su construcción. Hoy luce espléndido.
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