lunes, 24 de febrero de 2014

¿ALTERNATIVAS A ARCO? - Ernesto Castro


large.jpgNo las busquen en ARTMAD; el salón de los rechazados que parecía apuntar maneras hace años y figuraba en todas las porras como eterno opositor a la corona feriante y mercantil se ha vuelto en esta edición pasto de las excursiones de instituto que van a confirmar a los chavales los prejuicios asentados sobre el arte actual, que según dicen murió con Antoni Tàpies o se sobrevivió a si mismo y sigue zombi como Miquel Barceló. ¿Algún pintor fuera de la edad de jubilación, por favor? Haberlos haylos, pero son tan malos que merecen sufrir el formato expositivo de moda en ARTMAD, que consiste en acumular movidas hasta la claraboya, no menos de cinco piezas por metro cuadrado, como si aquello fuera una Wunderkammer y sus clientes, nobles que compran obra al peso.
En algo aciertan los expositores, algunos de los cuales tienen la cortesía de colaborar con Intermon Oxfam; en general todos los ONE PROYECT, que simplifican trayendo un solo artista, o bien aciertan con nuevas apuestas (no es mi rollo, pero hay que reconocer la solvencia de Anna Taratiel y sus trabajo abstracto-espacial; entrar en el espacio CiS Art es como hallar un oasis de seriedad galerística en mitad de aquello), o bien arman una sala del terror para niños a mitad de camino entre L’Oceanogràfic y una disco cuando encienden las luces (peores bichos he visto yo nell mezzo del cammin di nostra vita, pero nunca peor escultura que la que tienen montada en Fontanar: Océano Plástico, una reflexión sobre los desechos marinos donde Javier Ayarza aspira a Ben Clark del circuito escultórico y se queda en Charles Bukowski, poeta de lo patético).
¿Alternativas? Buscadlas en el propio ARCO. Allí tenéis pared con pared las galerías Malborough, Leandro Navarro, Dan, Guillermo de Osma y Levi, que son tan alternativas que llevan al espectador de vuelta al Museo Arqueológico solo con pisar esos suelos bien acolchados y ver esa iluminación ultratenue. A diferencia de años previos, esta vez nadie puso techo a su stand, ni siquiera los que llevan a Miró como joven promesa; craso error porque en verdad todos buscamos cobijo en el amplio seno del modernismo. Hablando de senos, ¿esperan que critique el Congress Topless de Yann Leto? No caerá esa breva; me decía Eugenio Merino, otro que tanto monta: «Lo raro sería que no haya sexo en ARCO». Vivimos más obsesionados que los victorianos con infringir el noveno mandamiento mosaico («No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno») y sin embargo nuestros artistas hablan de todo menos de quien-tú-sabes.
Ahora en serio, espacios que mantienen ciertas formas: (a) Max Estrella, que es como una domus romana, que recibe en el pórtico de entrada con un Carlos León poderoso y geométrico (el ostium), tiene la salita de estar llena de Marlon de Azambuja (el atrium) y ofrece como refrigerio la frescura que destila la traducción de la escala de grises en intensidad sonora cortesía de Almudena Lobera (el impluvium); (b) Ángeles Baños, que sabe combinar el detallismo y lo vendible, las maquetas de casas en lugares como Michigan o Ohio hechas por Ignacio Bautista y la geopoppolítica a factura de Manuel Antonio Domínguez, entre otras cosas, coronadas por la Depression View de Daniel Martín Corona, una cartografía psicológica de profundis; (c) ADN, que cojea igual que yo del pie izquierdo, y que no requiere ulteriores comentarios, porque aquí estoy siendo parcial con lo que me gusta en términos ideológicos, salvo decir que trayendo a Nuria Güell, Adria na Melis y Carlos Aires, entre otros, el galerista muestra ser único en no avenirse a componendas desideológicas metaferiales.
No se puede decir lo mismo de otros, y aunque sea habitual callar de lo que no puede hablarse, reconocer a los buenos y otorgar ante los malos, hay varias galerías que merecen un tirón de orejas; yo llevo yendo a esta feria desde antes de tener edad de razón y hay peña que antes molaba (expositivamente hablando) pero que este año no tiene su ‘Progresa Adecuadamente’: (α) Espacio Mínimo sorprende con fotografías de gente en apuros y con monadas high tech, un video de un juego de manos que parece encarnar el espíritu trilero (te la clavan by the face) de lo contenido en IFEMA; (β) Nogueras Blanchard incurre en la bobada, graffiti sobre lienzo con el título dePhilosopher (quien juega con Platón, se quema) y un chasis rollo fluxus con láser verde sobre pared; (γ) Helga de Alvear pierde la noción del espacio propio, su stand toma unas dimensiones que ni los establos de Augías, donde caben desde metales abollados hasta obra gráfic a con rótulos cínicos y un Thomas Ruff. #CristoMal.
A nivel individual descuella sobre el conjunto, varias cabezas por delante en la carrera, el performance de Hector Zamora, documentado para Luciana Brito, donde unos peones de la construcción se lanzan ladrillos formando circuitos de cadenas humanas cerrados con formas geométricas de divertido atletismo y cuyo título, Material Inconstancy - Istambul, incorpora una reflexión sobre las últimas revueltas populares exitosas; pienso de inmediato en Gamonal, claro está, donde el objetivo del sujeto colectivo violento era el mismo que estaba siendo peleado en la plaza Taksim: parar las obras de especulación inmobiliaria arrojando sobre los perros policías el material de construcción de la infamia.
Y para que luego no digan «Pero Ernesto, es que eres el mamporrero de los izquierdistas en el mundo del arte», aquí tienen mi granito de arenisca, mi contribución personal a esa otra burbuja especulativa, la de la pintura y de la obra gráfica; hubo mucha y mala hasta decir basta en ARCO, pero ahí va una listilla razonada de cuadros vistos en la feria que (de tener dinero) colgaría en la Hacienda Castro-Córdoba a juego con las cortinas: (i) Iceberg de Santiago García, porque el título de esta forma vale tanto para su forma como para su fondo, pues vemos nada más que la puntita de un proceso de trabajo por estratos, que parece inofensivo pero en verdad esconde un talento salvaje para la sorpresa y la catástrofe (en Moises Pérez de Albéniz); (ii) Jacques Lacan de Dora García, porque en mi casa todos son felices lectores de Jacques Lacan salvo un servidor de ustedes, pues tengo en nada la retórica del analista parisino, y sin embargo aprecio en silen cio a Dora García, una suerte de vade retro en mi familia, y todo sea porque los amigos estén cerca pero aún más los demás (en Projestesed); (iii) y 41 ways de Nacho Martín Silva, porque plantea una inflexión sugestiva a partir de la Lección de anatomía, convirtiendo en una suerte de tribunal público la refutación primigenia del empirismo —en el Rembrandt original, los discípulos miran el libro que el cadáver tiene a sus pies, en el borde del cuadro, paradigma de abstracción filosófica, en lugar de verificar los hechos brutos que el maestro indica— y parcelando muchísimo la escena de modo que cada una de las cuarenta y una vías (o formas) de acceso a la verdad tengan su propio ambiente pictórico y, si se me permite esta cuña plebeya, su propio filtro de Instagram (en Nuble).
¿Y las ventas? ¿Qué tal han ido? ¿Cómo saber quién vende cuánto? Bastaría con dejar de mascullar «Estamos petándolo», como me han dicho varios amigos que tengo de becarios a modo de espías y dobles agentes (galerista: vigila tu espalda), y empezar a mostrarme una contabilidad transparente (como algo opuesto a que sea doble, por ejemplo) y que justifique reclamar reducciones sectoriales de impuestos cuando todos sabemos cómo se compraba antes de la crisis, aquellos años dorados, cuando había gente que tenía tachada la palabra ‘factura’ de su diccionario y todo lo demás se lo llevaba la Fundación Coca-Cola. Y no digo más, que ya habló Eduardo Arroyo:
«la verdadera protagonista de la feria es Madrid, que siempre encantará a provincianos y extranjeros porque se pueden emborrachar a buen precio y hacerse servir una paella —pongamos por caso— a las dos de la mañana. Oigo a propósito del IVA al 21 por ciento que los coleccionistas foráneos prefieren comprar obras en el extranjero, porque les cuesta menos que las ofrecidas por las galerías españolas.»
Y solo cabe añadir que yo he visto buenas piezas de Mateo Maté en la Maxweberfriedrich (alemana, natürlich) y en NF (Reino de España); me gusta más La Arqueología del saber que exponen en la segunda, periódicos esculpidos formando montañas, pero quizá el lector prefiera analizar el mercado y la especulación sobre bienes artísticos, pues Kunst = Kapital, y entonces los paisajes que exponen en la primera, hechos con la paleta de los uniformes militares de camuflaje, podría servirle como retrato del coleccionista prototípico: larvatus prodeo, que dijera Descartes.
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Imagen:
Héctor Zamora
Material Inconstancy, Istambul, 2013
Vídeo instalación
Luciana Brito Galeria

miércoles, 19 de febrero de 2014

Pequeñas rutinas de las grandes mentes



William Faulkner trabajaba antes de ir a trabajar de vigilante por las noches / CORDON PRESS
Picasso le rogaba a sus musas que, por favor, pasaran a visitarle solo cuando estuviera en su taller y trabajando. Con manchas en la camiseta a rayas y los pinceles calientes, preparado para aprovechar la inercia de esa cosa llamada inspiración. Porque por muy puro que se ponga el arte, dedicarse a pintar, escribir, hacer canciones o fotografías tiene mucho de rutina, de hábito y obligación impuesta por uno mismo. “Sé monótono y ordenado en tu vida como un burgués para que puedas ser violento y original en tu obra”, decía Flaubert, por cierto, todo un señor burgués.
William Burroughs tenía muy claro lo que estaba obligado a dar a cambio de ese trabajo raro: “El precio que un artista tiene que pagar por hacer lo que quiere hacer es que tiene que hacerlo”. Pero, ¿cuál era la fórmula de los cráneos privilegiados de la Historia para convocar musas y pagar esa hipoteca? Al periodista Masson Currey le picó la curiosidad en 2007 y empezó a recopilar en un blog las agendas diarias, las manías y los horarios de artistas y científicos de éxito. El blog fue engordando hasta que se convirtió en libro. Rituales cotidianos, publicado recientemente por Turner en España, da las claves de cómo se le iluminaba el piloto automático de 177 lumbreras.

Mientras dormías

Dormir es el mejor (y el más barato) afrodisíaco creativo. Al menos ello se encomendaban grandes dormilones como Descartes (más de 10 horas) o William Styron. El más madrugador fue Balzac. Cuando estaba embarcado en algún nuevo libro su horario era monacal. Cenaba frugalmente a las seis de la tarde y se iba a la cama. A la una de la madrugada ya estaba en pie. Se sentaba en su escritorio y allí se pasaba unas siete horas seguidas bebiendo una taza de café negro tras otra.
Mozart, componiendo 'Don Juan'. El fondo negro puede no corresponderse a la realidad / CORDON PRESS
Los compositores clásicos también se rebelaron contra la legaña. Beethoven, Mahler o Schubert abrían el ojo al amanecer. “Siempre me peinan a las seis de la mañana y ya a las siete estoy completamente vestido”, apuntaba Mozart. De entre los vivos, el récord es para Haruki Murakami, que ha pasado de gerente de un tugurio de jazz en Tokio a asceta vegetariano de la literatura superventas. Desde entonces, se despierta a las cuatro de la mañana, trabaja cinco o seis horas seguidas y luego se va a correr por el campo.

Baños de aire

Thomas Wolfe: Imagínenlo desnudo / CORDON PRESS
Thomas Wolfe, el escritor más americano y el menos reivindicado de la generación perdida, descubrió una noche su infalible método creativo. Currey cuenta en el libro que en una hora poco inspirada Wolfe se dio por vencido y se quitó la ropa para acostarse. Entonces, desnudo frente a la ventana descubrió que su cansancio se había evaporado de repente. Se sentía fresco y con ganas de escribir de nuevo. Regresó a la mesa y escribió hasta el amanecer “con asombrosa rapidez, facilidad y seguridad”. Intentando descifrar qué había provocado aquel cambio súbito se dio cuenta de que, frente a la ventana, había estado acariciándose inconscientemente los genitales y que aquello inducía una tan “agradable sensación masculina” que había avivado sus energías creativas. Desde entonces, Wolfe utilizó regularmente este método para inspirar sus sesiones de escritura.
Benjamin Franklin: Padre fundador, científico y nudista ocasional / CORDON
Uno de los hábitos favoritos de Benjamin Franklin en sus últimos años era el baño de aire. El estadista estadounidense contó en sus diarios los pormenores del asunto: “Me levanto temprano casi todas las mañanas, y me siento en mi aposento sin ropa, media hora o una hora, según las estación del año, leyendo y escribiendo. Esta práctica no es en absoluto dolorosa, sino por el contrario, muy agradable”.

Arte contra la vida

Kant, ese hombre de lo suyo / CORDON PRESS
Immanuel Kant no salió jamás de su ciudad natal, donde impartió el mismo curso en la universidad durante 40 años. Su criado le levantaba a las cinco de la madrugada. Almorzaba siempre a la misma hora y a las tres y media daba su famoso paseo. Se iba a la cama exactamente a las diez. No se le conocen muchas amigas y tan sólo un amigo íntimo, con quién solía cenar de vez en cuando. Sus biógrafos se han peleado últimamente tratando de desmontar la imagen de hombre robótico que queda del filósofo alemán. Pero es un hecho que su enfermedad, un defecto congénito en su caja torácica que le comprimía el corazón y los pulmones, marcó profundamente su vida, y por tanto su obra. Kant renunció al cuerpo y se dedicó a criticar a la razón pura.
Ingmar Bergman facturó decenas de películas y obras de teatro, hizo además series para la televisión sueca, escribió óperas y varias novelas. Los temas son siempre los mismos: incomunicación, soledad, religión, amor, muerte, locura. “He estado trabajando todo el tiempo y es como un gran torrente que atravesara el paisaje de tu alma", explicó. "Es bueno porque se lleva muchas cosas. Es purificador. Si no hubiera estado trabajado todo el tiempo habría sido un lunático”

Oficinistas con talento

William Faulkner, un currito / CORDON PRESS
Antes de recluirse en una vieja finca sureña con su mujer y el whisky, Faulkner compaginó varios trabajos con la creación de sus novelas. Fue periodista, pintor y cartero. Escribió una de sus mayores obras,Mientras agonizo, por las tardes antes de fichar en el turno de noche como supervisor de una planta eléctrica. El horario nocturno le venía bien: dormía unas pocas horas por la mañana y escribía toda la tarde. De camino al trabajo visitaba a su madre y echaba algunas cabezadas durante el turno, que tampoco es que fuera muy duro.
Franz Kafka / CORDON PRESS
Kafka trabajó toda su vida en una compañía de seguros en Praga, de ocho a tres de la tarde. Vivía con su familia en un apartamento abarrotado, donde solo podía escribir por la noche. Trabajaba hasta las tres y a veces hasta las seis. “Entonces, por lo general con un leve dolor en el corazón y punzadas en los músculos del estómago, me voy a la cama. Hago todos los esfuerzos imaginables por tratar de dormir: esto es, por lograr un imposible, pues uno no puede dormir”.

Madres, crianza y libros

Sylvia Plath / CORDON PRESS
Sólo al final, separada ya de su marido y cuidando sola de su dos hijos pequeños, Sylvia Plath logró encontrar la rutina que le funcionaba para ser una poetisa productiva. A las 5 de la mañana, cuando terminaba el efecto de los somníferos, se levantaba y escribía hasta que los niños se levantaban.
A Alice Munro “le encantaban las siestas” de sus dos hijas. Cuando las criaturas se dormían, se encerraba en su cuarto para escribir. Toni Morrison ha compaginado su empleo como editora en Random House con sus clases en la universidad y la crianza de sus dos hijos. “Cuando me siento a escribir nunca me pongo a dar vueltas. Tengo tantas cosas que hacer que no puedo permitírmelo”. La recompensa a tanto esfuerzo ha sido un premio Pulitzer y un Nobel.

viernes, 14 de febrero de 2014

Museo Guggenheim Bilbao - Ernesto Neto: el cuerpo que me lleva

 

 
 
 
Ernesto Neto: el cuerpo que me lleva 

- Comisaria: Petra Joos

- Fechas: 14 de febrero- 18 de mayo 2014
 

- Patrocina: Iberdrola

El Museo Guggenheim Bilbao presenta Ernesto Neto: el cuerpo que me lleva , una retrospectiva única dedicada a la obra de Ernesto Neto (Río de Janeiro, 1964), uno de los artistas más sobresalientes de Brasil, famoso internacionalmente por sus esculturas orgánicas, a menudo de dimensiones colosales, como la enorme instalación El cuerpo que cae [Le corps] femenino (de Leviatán Thot) [O corpo que cai (Le corps) fêmea (de Léviathan Thot)]. 2006.

La exposición, que cuenta con el patrocinio de Iberdrola, reúne una selección de más de cincuenta obras creadas desde los noventa hasta la actualidad, algunas de las cuales se han reconfigurado específicamente para adaptarse a los singulares espacios arquitectónicos del Museo. Otras han sido creadas expresamente por el artista para su exhibición en Bilbao.

A lo largo de cerca de treinta años de producción, Neto ha acumulado un inmenso inventario de trabajos, desde delicados dibujos hasta instalaciones de grandes dimensiones. Son obras creadas para atravesarlas, habitarlas, sentirlas e incluso olerlas, con la intención de que el espectador pueda interactuar con ellas, experimentando su propio cuerpo y sus sentidos, sin perder de vista que, al mismo tiempo, son, como el cuerpo humano, frágiles y delicadas.

Un recorrido único por el universo mágico de este artista que se inicia en el Atrio y continúa a lo largo de la segunda planta del Museo, sumergiendo al visitante en un juego de estímulos sensoriales y sugerencias visuales, táctiles y olfativas, que le invitan a escaparse de lo cotidiano y a experimentar con todos sus sentidos cada una de las piezas. Como Ernesto Neto afirma, una exposición es un lugar para la poesía: Todo el tiempo recibimos información, pero quiero que aquí se deje de pensar. Refugiarse en el arte. Pienso que no pensar es bueno, es respirar directamente de la vida.

Neto transforma la experiencia del arte en un evento multisensorial e interactivo que nos invita a conectarnos con nuestras sensaciones. Concebida en estrecha colaboración con el artista brasileño, nunca antes las formas onduladas y orgánicas de la arquitectura de Gehry se habían fundido tan estrechamente con un trabajo en el que subyace, de forma permanente, el concepto de "naturaleza como maestra del arte". Es de la naturaleza de la que aprendemos, no cabe ninguna duda al respecto. En ella se encuentra y se resume todo. Estoy seguro de que algún día viviremos en plena armonía con el mundo natural, afirma Ernesto Neto.

Dividida en nueve espacios ("¿Por qué vas de nuevo a Roma?", "Así es la vida", "La casa de los sueños", "Dulce borde", "Que no te asuste el caos", "Hermano de montaña", "Trueque  trueque", "Vendo caramelos" y "Comer con los ojos"), la muestra introduce al espectador en algunas zonas de inestabilidad, para regalarle después momentos de sosiego y de reconciliación con su ser. Un viaje mágico a través de túneles por los que vagar, superficies en las que hundir el cuerpo, figuras prominentes a las que abrazar y entornos fantásticos para oler y sentir.


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Para más información:
Museo Guggenheim Bilbao
Departamento de Comunicación y Marketing
Tel: +34 944359008
Fax: +34 944359059
media@guggenheim-bilbao.es 

martes, 4 de febrero de 2014

BIENNALE INTERNATIONALE D’ART DE VENISE 2015 : APPEL À PROJETS


 
 
L’appel à projets pour la présence française à la 56e Biennale internationale d’art de Venise (2015) est ouvert du 22 janvier au 28 février 2014.
 
L’Institut français, opérateur du Pavillon français, en collaboration avec le ministère des Affaires étrangères et le ministère de la Culture et de la Communication lance un appel à projets pour le Pavillon français de la Biennale internationale d’art de Venise 2015.
 
L’appel s’adresse à un tandem artiste / commissaire.
 
L'artiste produira de nouveaux travaux spécifiquement conçus pour le Pavillon de la 56e Biennale.

BLANCA ORAA MOYUA

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