Pese a ser el 60% de las estudiantes de Artes y Humanidades, solo el 3,7% de las obras que se exponen en las galerías y museos occidentales tienen firma femenina. Poco a poco, parece que los muros se resquebrajan: ¿Qué pintan ellas en el arte?
PAKA DÍAZ
En 1989, las activistas feministas Guerrilla Girlsdenunciaron que menos del 5% de las obras del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York eran de artistas femeninas, aunque el 85% de las figuras desnudas expuestas eran mujeres. Se hicieron entonces una pregunta que dio la vuelta al mundo: ¿Tienen que estar desnudas las mujeres para entrar en los museos? En 2012, volvieron a hacer un recuento. Los números apenas habían variado y eso que la relación de las mujeres con el arte se remonta al origen de los tiempos.
De hecho, varios estudios han demostrado que la mayoría de las pinturas rupestres son obra de la mano de una mujer. Sin embargo, la invisibilidad de la creación femenina ha sido una tradición (y una traición) histórica, de la que solo en las últimas décadas se ha empezado a tomar conciencia. El Museo del Prado esperó hasta 2016 para hacer la primera exposición dedicada a una pintora, Clara Peeters. La pinacoteca más importante de nuestro país, con alrededor de 1.100 obras expuestas, suele mostrar entre cinco y siete firmadas por mujeres cada año.
De hecho, en sus almacenes solo hay 57 obras de artistas femeninas, entre los 27.509 objetos artísticos que atesora. Una de ellas, Artemisia Gentileschi fue la primera mujer en lograr el acceso a la Academia de Bellas Artes de Florencia. Esta genial pintora barroca fue reconocida en su tiempo, aunque varias de sus mejores obras fueron atribuidas durante siglos a hombres. Nada raro, si tenemos en cuenta que muchas se ocultaban tras la identidad del padre, el hermano o el marido: ni firmaban ni cobraban.
En nuestro país se permitió el acceso a las escuelas de arte de las mujeres a mediados del siglo XIX, pero tenían prohibido mirar modelos desnudos para ensayar la anatomía. Solo bebés, de ahí que hubiera grandes expertas en la representación del niño Jesús. El resto: bodegones y paisajes para abanicos. Nada de libre expresión. Debían ejecutar sus conocimientos como artesanas, porque eran, además, la mano de obra más barata.
1. Exponer, el primer obstáculo
Hoy, las mujeres son más del 60% del alumnado en Bellas Artes en España, una pauta similar a la del resto de Europa. Pero, solo un 13,7% de las obras expuestas en las galerías y museos occidentales están firmadas por mujeres, según un estudio de Artnet y la Universidad de Maastricht. La Asociación de Mujeres en las Artes Visuales Contemporáneas (MAV) nació en 2009 para hacer más visible el trabajo de las artistas. Hoy, cuenta con 450 socias. “Cada vez tenemos más frentes abiertos y espacios a reivindicar”, reconoce María José Magaña, su presidenta, además de gestora cultural y responsable de artes visuales en el Instituto Cervantes de Madrid.
El año pasado, el observatorio de MAV realizó un estudio sobre la presencia femenina en las ferias de arte. ¿Su conclusión? Que las artistas expuestas en ARCO Madrid en 2017 suponían apenas un 25% del total, y solo un 5% de ellas eran españolas. “Difícilmente llegamos a los puestos de poder, en los que se toman las decisiones y se marcan las políticas de actuación, que son las que se encargan de perpetuar el sistema”, reflexiona.
Este año, en ARCOmadrid habrá tres comisarias mujeres, y una de ellas estará al frente de la sección estrella, Futuro. ¿Supondrá eso un cambio? “Seguimos sin estar justamente representadas, ni en las exposiciones, ni en las programaciones de museos y centros de arte, ni en las direcciones de los mismos”, confirma Semíramis González, comisaría independiente y directora artística de JustMAD. “Me irrita que los grandes señores –“los grandes maestros”, que decía Griselda Pollock– sigan diciendo que solo se fijan en la calidad de una obra al incluirla o no en sus muestras. Las mujeres llevamos muchos años siendo mayoría en Bellas Artes, y he visto obras malísimas de hombres en exposiciones. La calidad es una excusa decimonónica y falsa. Me molesta que se siga usando por quienes se las dan de entendidos”, afirma.
2. El techo económico.
¿Se valoran menos económicamente las obras de las mujeres? Algunas artistas (aunque haya sido al final de su vida) sí han logrado romper algunos techos, como Louise Bourgeois –su obra Araña se vendió en subasta por 8,6 millones de euros–, Georgia O’Keeffe (Jimson Weed/ White Flower Nº 1 se compró por más de 35 millones) o Yayoi Kusama, que se llevó 5,6 millones de euros por su pintura White Nº 28. Pero incluso estas cifras son un espejismo. La excepción que confirma la regla.
Un estudio reciente de la Universidad de Luxemburgo estima que el arte femenino se vende un 47% más barato. El precio medio de las obras de ellos ronda los 39.000 €; el de las de ellas, los 20.000 €. Además, los investigadores corroboraron que se valoraban al alza las obras percibidas como masculinas... aunque estuvieran en realidad hechas por ordenadores. “Este estudio ofrece pruebas de las desventajas que afrontan las mujeres en el mundo del arte, basadas únicamente en su género”, afirma el profesor Roman Kräussl, de la Escuela de Finanzas de Luxemburgo, director del informe.
Semíramis González explica que se trata de una cadena compleja. “Si nos exponen menos, nos investigan menos, nos reivindican menos... Así, la revalorización económica de nuestras obras no va a producirse”, concluye.
La fotógrafa alicantina Cristina de Middel ganó en 2017 el Premio Nacional de Fotografía, un galardón que le sirvió para afianzar su prestigio. Ahora está en Haití, terminando con su pareja un proyecto sobre religiones africanas que se expondrá en el Festival de Arlés este verano. Además, está cerrando el comisariado de la Carta blanca del próximo PhotoEspaña y tiene un encargo de la Universidad de Navarra. “Es un año bastante intenso”, reconoce. Un año, también, de celebración, ya que le acaban de confirmar la compra de obra suya por la Tate Modern de Londres. “Se acercaron a mí hace un par de años, cuando en España aún no tenía una carrera tan consolidada. No solo tienen una mentalidad más inclusiva, sino también más estratégica y valiente. ¿Qué museo iba a adquirir aquí obra de una artista emergente y, además, fotógrafa?”, se pregunta.
Concha Jerez, una de las artistas más reconocidas del momento, ganadora, entre otros del Premio Velázquez de Artes Plásticas, comparte este punto de vista. “Algunos de los micromachismos del mundo del arte aparecen en la compra mínima o con poco presupuesto de obras de las artistas por parte de los museos –revela–. Algunos, como elReina Sofía, compran obra de artistas mujeres a precios muy bajos. Se trata de un organismo público, podrían apoyar más la creación femenina”.
Pionera en el arte conceptual y en la performance, Jerez también ha recibido la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y el Premio Nacional de Artes Plásticas. Y, aun así, enumera todas estas discriminaciones en el mundo del arte: “Las pocas exposiciones individuales de artistas mujeres, su casi total ausencia en los libros de historia del arte, su minoría en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando [cinco mujeres y 521 hombres]... La discriminación está también en las frases descalificadoras que se lanzan sin pestañear sobre la obra de las artistas, o cuando eres invisible en una conversación entre hombres influyentes del arte”.
Si en nuestro país es difícil vivir del arte, para una mujer es una tarea casi imposible. “De todas las artistas que conozco, que son muchas, no podría decir si más de dos viven exclusivamente de su producción. Lo habitual es simultanearlo con otros trabajos, sobre todo con la docencia”. Lo dice Concha Mayordomo, presidenta de la asociación de mujeres artistas Blanco, Negro y Magenta, y directora de su publicación especializada en arte y género. Además, subraya que la etiqueta de “arte femenino” se utiliza de modo perverso, para “situar la obra de las mujeres en un plano alejado al de las élites”.
Concha Jerez recuerda que hace años, en una exposición internacional de arte femenino en la que participaba, se le acercó el corresponsal en Alemania de un importante periódico español y, sin saber quién era ella, la calificó como “una exposición de marujas”. En la muestra participaban primeras figuras, como Cristina García Rodero, Pilar Miró o Ángeles Marco.
3. Ser, de verdad, (re)conocida.
Sé sincera: si, antes de leer este reportaje, alguien te hubiera preguntado el nombre de tres artistas femeninas, ¿habrías sido capaz de contestar sin recurrir a Google? Porque las mujeres están invisibilizadas. Aunque ganen premios, aunque sean reconocidas por la crítica... sus nombres apenas suenan. La situación es tal que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) ha alertado de que las mujeres están infrarrepresentadas en la cultura, aunque son el 45% de las personas que trabajan en el sector. En su informe de 2018, este organismo denuncia que solo el 34% de los ministros de cultura y el 31% de los directores de programas de arte en todo el mundo son mujeres. La exministra francesa de Cultura y nueva presidenta de la Unesco, Audrey Azoulay, ha lanzado un mensaje claro: “En la lucha por la igualdad de género, la creación artística es una de nuestras herramientas fundamentales”.
Pero, ¿cómo lograrlo? La precariedad y la inestabilidad acechan. “La profesión está muy alejada de ser estable, y si eres mujer, más aún”, confirma Cristina Lucas, artista multidisciplinar y feminista. Lucas ha recibido premios como el Ojo Crítico de Artes Plásticas o el Premio MAV 2014 y su obra cuelga en museos como el Musac, el Kiasma de Helsinki o el Pompidou de París. Para saltarse los techos de cristal, esta artista recomienda “insistir en tu trabajo e insistir en denunciar y hacer visibles todos los comportamientos discriminatorios”.
Para Semíramis González, cuando tienes una mirada feminista eres más consciente del machismo, pero también tienes más herramientas para abordarlo. “El trabajo en equipo y la sororidad son importantes para enfrentarse al sexismo en el sector del arte”, asegura.
Por su parte, Concha Jerez anima a “no seguir los patrones masculinos, sino nuestros propios métodos; no competir con ellos como lo hacen los hombres”. Y esa es una postura que comparte la fotógrafa Cristina de Middel: “Competir puede distraer y corromper en cierto modo tu propio mensaje. Yo parto de que somos todos iguales y opero como si así fuera. No pierdo el tiempo afirmando mi legitimidad antes de hablar. Lo hago y ya está”.
De Middel va más allá cuando se le pregunta por las medidas a adoptar para mejorar las cifras. “Habría que declarar el estado de emergencia de género en el arte –asegura–. Igual suena un poco troglodita, pero yo haría cupos. Como con el sentido común parece que no se avanza como se debería, impondría reglas por las que las instituciones culturales, las oficiales al menos, deberían partir de una base igualitaria de representación. Aplicar la aritmética a algo tan subjetivo como el criterio de un comisario o de un director de museo puede sonar hasta insultante, pero son medidas que se toman en un estado de emergencia”.
4. ¿Es la hora del gran cambio?
Sin embargo, pese a los datos negativos, se comienzan a entrever buenas noticias para las mujeres artistas. El director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, reconocía en una entrevista a ABC que “este año habrá bastantes mujeres artistas exponiendo”,aunque puntualizaba que “en el museo, el feminismo no es una cuestión de cuotas”.
Lo que sucede en el Reina Sofía parece hacerse eco de todo un movimiento internacional que mira a las mujeres. En 2018, el MoMA de Nueva York expondrá a Carole Schneemann, Louise Bourgeois, Tania Bruguera y Tarsila do Amaral. En el Centro Pompidou de París lo hará Sheila Hicks. En la Tate Modern de Londres se están celebrando unas jornadas sobre género en el arte chino contemporáneo. Es el aperitivo a la exposición NOW: A dialogue on female chinese contemporary artists, que mostrará por primera vez la obra de artistas como Na Buqi, Wu Chao o Hu Xiaoyuan. La ola no se refleja solo en las exposiciones: también el mercado del arte está cambiando.
Recientemente, la empresa Bloomberg publicó una lista, 10 artistas en los que invertir, que incluía a siete mujeres: Jordan Casteel, Bunny Rogers, Maggie Lee, Alisa Baremboym, Gina Beavers, Candice Lin y Holly Coulis. No son los únicos en recomendar invertir en femenino. En la plataforma digital AbsolutArt.com, 58 de los artistas más vendidos son mujeres, mientras que ArtSpace, uno de los portales más reconocidos, que vende obra de artistas como Damien Hirst, ha inaugurado una sección en su web llamada The other art history [La otra historia del arte], dedicada a mujeres artistas ninguneadas por los libros, como las surrealistas Leonor Fini, Remedios Varo o Leonora Carrington.
Art.com, otra web especializada en arte, con más de 19 millones de clientes en 150 países, declaró 2017 como el año de la mujer, por el creciente interés en la obra femenina. Tres de sus artistas más vendidos el año pasado fueron mujeres: “El arte es un espejo del entorno cultural –explica Kira Wampler, CEO de Art.com–, y este año, un número creciente de mujeres han recurrido a él como un poderoso medio de expresión”.
Aparecer en estas listas es un modo de disparar la cotización del artista. Por eso, la presencia femenina es crucial. Este es el caso de la española Lita Cabellut, pintora afincada en La Haya, que apareció en 2017 en la lista de Artprice como una de los 500 artistas más cotizados del mundo en subasta, en el puesto 333. Hoy, entre sus fans se incluyen los actores Halle Berry y Hugh Jackman o el chefGordon Ramsay, y el precio de su obra supera los 100.000 €. Además, Cabellut ha pasado de ser una desconocida en nuestro país a contar en estos momentos con dos grandes exposiciones: hasta el 1 de abril de 2018 en el MAC de A Coruña y hasta el 27 de mayo en la Fundació Vilas Casas de Barcelona.
Pero, pese a las luces, María José Magaña, presidenta de MAV, no olvida las sombras y advierte que, tras siglos de reivindicar el espacio de la mujer en el arte, “todavía nos sobran dedos de una mano para destacar museos o entidades que cumplan con la Ley de Igualdad y las buenas prácticas”. También pide calma Semíramis González, aunque da la bienvenida a nombramientos femeninos al frente de algunos de los museos más importantes del mundo: Anne Pasternak en el Brooklyn Museum, Barbara Jatta en los Museos Vaticanos –la tercera institución artística más visitada del mundo– y, sobre todo, Maria Balshaw, primera directora mujer del conglomerado de museos británicos Tate en sus 120 años de historia. Las Tate Gallery (que tenían a otra mujer, Frances Morris, al frente de la Tate Modern) están entre las instituciones de arte moderno más prestigiosas del mundo, con el MoMA de Nueva York y el Pompidou de París.
En la feria de arte JustMAD, que celebra su IX edición a partir del 20 de febrero, este año habrá 134 participantes. 71 de ellos son mujeres, con nombres como Isabel Muñoz, Elina Brotherus, Gema Rupérez o Mar Hernández. Por su parte, ARCOmadrid ha sustituido su tradicional país invitado por un concepto invitado: El futuro no es lo que va a pasar, sino lo que vamos a hacer. Ahora habrá que ver si escribiremos ese futuro en igualdad.
Las frases de las artistas más inspiradoras:
1. Concha Mayordomo (Presidenta de la asociación de mujeres artistas en Blanco, Negro y Magenta: “La etiqueta de “arte femenino” se utiliza de manera perversa, para situar la creación artística de las mujeres en un plano muy alejado al de las élites”.
2. Concha Jerez (Artista conceptual-Premio Nacional de Artes Plásticas): “El machismo está en las pocas exposiciones individuales de artistas femeninas, su casi total ausencia en los libros de historia del arte, las frases descalificadoras sobre su obra...”.
3. Cristina Middel (Fotógrafa. Premio Nacional de Fotografía 2017): “Habría que declarar el estado de emergencia de género en el arte, y crear reglas para asegurar una representación igualitaria. Con el sentido común no avanzamos”.
4. Cristina Lucas (Artista multidisciplinar y feminista. Premio Ojo Critico de las Artes Plásticas): “Para acabar con el techo de cristal, tenemos que insistir en nuestro trabajo y en denunciar y hacer visibles todos los comportamientos discriminatorios”.
5. Semíramis González (Comisaría independiente y directora artística de la feria JustMAD): “Si nos exponen menos, nos investigan menos, nos reivindican menos... la revalorización económica de nuestras obras,simplemente, no ocurre”.
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