miércoles, 7 de diciembre de 2016

Laia Ventayol García

Laia Ventayol: «Me gustan los artistas que se ven auténticos, los que se divierten trabajando»

Se define como una artista «formal». Pero ello se debe a su interés por la forma. No se asusten: la poética y la belleza inundan el trabajo de Laia Ventayol. Esta mallorquina es de las que «Darán que hablar»



Nombre completo: Laia Ventayol García. Lugar y fecha de nacimiento: 1 de abril de 1984, en Artà (Mallorca) Residencia actual: Entre Núremberg y Mallorca. Estudios: Licenciatura en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona (2008) y estudios de Bellas Artes en la Akademie der Bildenden Künste Nürnberg (2017). Ocupación actual: Artista y parcialmente profesora de idiomas. 
Qué le interesa. Soy una «artista formal» porque le doy mucha importancia a la forma. Pero en realidad me interesa hablar de la forma desde un punto de vista conceptual. Me cuestiono la posibilidad de que la identidad se pueda definir como una forma estable, duradera, y por eso mismo también me intereso por su antagónico: el movimiento, los fenómenos cambiantes… También me gusta hablar de lo extraño y lejano, aquello que, por falta de comprensión, no se puede definir y, por tanto, es informe. 
Los materiales que utilizo varían dependiendo de lo que quiero decir con ellos. Ahora mismo, por ejemplo, estoy utilizando fotografía, porque encaja mejor con mi proyecto actual. De todas formas, yo diría que lo que más me divierte ver o hacer es dibujar, y también la «performance». 
De dónde viene. He expuesto de manera individual en la sala Espai del CCA Andratx (Mallorca). También en un espacio alternativo que se llama Das Pumphaus Lauterbourg, en Francia. Y en 2016 he mostrado mi proyecto «Werden Bewegliche Sachen» en el festival anual de arte en el espacio público llamado Die Blaue Nacht, en la ciudad de Núremberg (Alemania). Entre las exposiciones colectivas, destacaría mi participación en el Gallery Weekend de Berlin en 2014. La exposición se llamaba «Die Offene Seite» y la presentamos en la galería Wiensowsky & Harbord. 
No pertenezco a ningún colectivo, pero es un «gusanillo» que llevo dentro: me gustaría un día trabajar en pareja o en equipo
Para mí ha sido especialmente emocionante llevar a cabo el proyecto «Werden Bewegliche Sachen». Estoy muy satisfecha con el resultado. Entre otras cosas, creo que me ha motivado el hecho de poder escoger de entre doce espacios históricos increíbles repartidos por todo el centro de la ciudad de Núremberg, exactamente esa sala en la que yo quería mostrar mi trabajo: el Krafft’sches Haus. Cuando yo veo un espacio que me gusta, tengo muchas ganas de trabajar en él. Mis proyectos siempre se adaptan al ámbito expositivo. También el hecho de cobrar honorarios y de tener un presupuesto con que pagar a algunos ayudantes ha influido positivamente en el resultado. La verdad es que creo que nunca antes había trabajado en estas condiciones tan favorables.
Supo que se dedicaría al arte desde el mismo momento mismo en que… No lo sabía. Yo empecé estudiando Biotecnología… Sin embargo, todo el mundo a mi alrededor, mi familia y amigos, sabían que yo me dedicaría al arte. Cuando empecé Bellas Artes les dije que por qué no me lo habían dicho antes… Habría perdido menos tiempo… Ellos pensaban que debía averiguarlo por mí misma, y creo que tenían razón. He aceptado que soy una persona que necesita tiempo y, de hecho, también en mi trabajo hablo de ese factor. 
De todas formas, estudiar Bellas Artes no creo que fuera tampoco el elemento detonante que me hizo abrir los ojos. En todos estos años han confiado en mi trabajo varias personas individuales y algunas entidades. Yo también he ido confiando cada vez más en mi trabajo. En general, cuando se confía en un artista, este artista trabaja más y mejor, y si trabaja mejor, se confía más en él. Ha sido un proceso. 
¿Qué es lo más extraño que ha tenido que hacer en el mundo del arte para «sobrevivir»? No recuerdo nada raro que haya hecho dentro del ámbito artístico para sobrevivir, a parte de aceptar algunas malas prácticas de las que, claro está, entonces no era consciente. En cambio, paralelamente al ámbito artístico, sí que he hecho muchas cosas raras. Por ejemplo, hace poco me llamaron de un estudio de sonido para grabar mi voz. Una empresa que fabrica coches eléctricos buscaba una voz joven, femenina y española para el vídeo de instrucciones de un cargador de pared para coches eléctricos. He vendido mi voz, pero es que me pagaban 60 € la hora… ¡No podía decir que no! Curiosamente a raíz de esto, empecé a grabar mi voz para aplicarla al proyecto artístico que tenía en ese momento entre manos. 
Su yo virtual. Tengo Facebook y lo uso más que nada para informarme de exposiciones, conferencias, actos varios… Y seguir a mis compañeros artistas. Tengo Instagram también, y me divierte mucho, aunque lo uso más como un diario visual, no para publicar mis trabajos… Y respecto a la página web, hasta ahora había usado la que me ofrecía la Akademie, compartida entre todos los alumnos de Heike Baranowsky. Tengo pendiente hacer mi propia página individual para este año que entra. Cuando esté terminada, la publicaré en Facebook. Estad atentos. 
El «selfie» de Laia Ventayol para «Darán que Hablar»
El «selfie» de Laia Ventayol para «Darán que Hablar»- L. V.
Dónde está cuando no hace arte. Todavía no pertenezco a ningún colectivo, pero es un «gusanillo» que llevo dentro: me gustaría un día trabajar en pareja o en equipo. Y al frente de algún tipo de labor de gestión, en principio, no me veo. Lo que sí hago es colaborar siempre que puedo. Sobre todo, apoyo aquellas iniciativas independientes. Me parece muy importante que surjan corrientes alternativas al sector dominante y que sean capaces de convivir con él. Dan un toque de aire fresco al ambiente.
En octubre participé en la tercera edición de Terra Recognita. Es una exposición organizada por una compañera de la Akademie, Olesia Vitiuk, que está intentando reorientar su camino profesional hacia el comisariado. Además, en noviembre, he ayudado a otro compañero de la Akademie, Jörg Rodemer, a montar una exposición con la que opta a una beca de prestigio que dan cada año a 20 alumnos de toda Alemania. También en noviembre he participado en el I Encuentro de Arte Contemporáneo de Lanzarote. Creo que de esta manera pueden surgir colectivos y otro tipo de agrupaciones artísticas. Lo que intento es simplemente estar: Siempre te aportan algo y tú aportas algo.
Le gustará si conoce a... Los referentes van cambiando. Ahora mismo sigo el trabajo de los artistas Rosa Barba, Roni Horn, Tino Sehgal, Joan Jonas, Sophie Ricket, Janet Cardiff, Dahn Vo, Armin Linke, Michael Stevenson, Heike Baranowsky… Y en la Bienal de Venecia 2015 descubrí a Sonia Boyce, me encantó el vídeo que presentó. Pero también considero que mis referentes son algunos filósofos como Bruno Latour, Zygmunt Bauman, Byung-Chul Han… Y otros escritores que he estado leyendo últimamente como Rebecca Solnit, Virginia Woolf, Milan Kundera, Franz Kafka, Jorge Luis Borges y, más cercana a mí, Antònia Vicens…
Entre mis colegas de generación destacaría sin duda el trabajo de Marina Colomina. De Núremberg, a Cristina Moreno García, Tomasz Skibicki y a Miho Kasama. A la poeta Laia Martínez López. Y además estoy siguiendo también el trabajo de algunos artistas más o menos de mi generación, a quienes todavía no conozco personalmente, pero de los que me gusta mucho lo que hacen: Por ejemplo, Claudia Pagès o Nicolás Lamas.
¿Qué se trae ahora mismo entre manos?
El año 2017 empieza fuerte. En enero me voy a vivir a Berlín porque me han elegido para formar parte del proyecto Goldrausch Künstlerinnenprojekt. Es un programa de promoción y profesionalización de artistas mujeres en Alemania y dura un año entero. Además acaba con una exposición colectiva. 
También en enero tengo una exposición individual en la galería Maior de Palma de Mallorca. Es mi primera exposición en el centro de la ciudad, lo que la puede hacer bastante visible y me hace mucha ilusión. 
He vendido mi voz, pero es que me pagaban 60 euros la hora… Curiosamente, a raíz de esto, empecé a hacer lo mismo para aplicarla al proyecto artístico 
También formo parte del proyecto Laboratori B, organizado entre el Museo Es Baluard y el comisario Fernando Gómez de la Cuesta. Es una publicación bastante experimental y estoy intrigada por ver cómo será el resultado. Se presentará en febrero. 
En octubre tengo mi última exposición colectiva, con todos los compañeros que acaban este año sus estudios, en la Akademie der Bildenden Künste de Núremberg
¿Cuál es su proyecto personal favorito hasta el momento? Creo que estoy muy contenta con todo lo que he hecho en este año 2016. Como ell proyecto «Werden Bewegliche Sachen», que ya he comentado antes, y que va adquiriendo diferentes versiones muy interesantes dependiendo siempre de la sala en la que lo expongo. Y también el proyecto «Sin Título (interformal)», al que le tengo mucho cariño porque he empezado a utilizar el texto como material artístico, que era otro «gusanillo» que tenía dentro desde hacía mucho tiempo. Me gusta leer y, por tanto, he disfrutado de experimentar con la escritura. 
¿Por qué tenemos que confiar en ella? Creo que aporto sinceridad. Intento que mi obra sea congruente con mi persona para que así el resultado muestre cierta autenticidad. Considero que los artistas que a mí más me gustan son aquellos que se ven auténticos, que se divierten trabajando, que no intentan aparentar pertenecer a un moda, a la que quizás ni pertenecen. A mí me da igual de qué disciplina venga un artista, pero quiero que esté presente y quiero poder dialogar con su trabajo. Además, ahora mismo siento que tengo la energía que necesito para trabajar en esto. Tengo muchas ganas de seguir. 
¿A quién cedería el testigo de esta entrevista? A Marina Colomina. Ella estudió Bellas Artes conmigo en Barcelona y después se fue a Ámsterdam a estudiar danza. Consigue unir las dos disciplinas en una y siempre me gusta cuando hay un intercambio de conocimientos diversos en el arte. 
Tengo pendiente hacer mi propia página individual para este año que entra. Cuando esté terminada, la publicaré en Facebook
A Cristina Moreno García. Cristina estudió Bellas Artes conmigo en Núremberg. Es videoartista. Le gusta contar historias personales y consigue unas atmósferas muy íntimas, hermosas e interesantes con sus vídeos. Además paralelamente a ello mantiene en Berlín su proyecto de gestión artística llamado Vesselroom Project. Vale la pena echarle un vistazo. 
A Claudia Pagès. No la conozco, pero me gusta cómo combina textos muy interesantes con «performance» y también cómo es capaz de involucrar a varias personas en sus proyectos. 
Nicolás Lamas. Tampoco lo conozco, pero, simplemente desde un punto de vista visual, ya me encanta su trabajo. Y, sin embargo, intuyo que no se trata de una labor solamente visual.

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