domingo, 24 de enero de 2016

Saatchi marca 30 años de mecenazgo con sólo mujeres






El marchante de arte Charles Saatchi gravita como un fantasma en el mundo del arte contemporáneo. Han pasado 30 años desde que abrió su primera galería, una sala o cubo blanco en el norte de Londres, y su sombra continua alargándose. Para marcar el aniversario presenta en su galería actual -un antiguo cuartel en el barrio de Chelsea, suroeste de Londres- una exposición de mujeres artistas, presentada como la primera, de lo cual se deduce que montará más sólo de mujeres. 
Las seleccionadas han sido 14, distintas y diversas, bajo el enunciado deChampagne Life (Vida de champagne), título que surge de una de las obras expuestas y también de una marca de esta bebida que patrocina la muestra de arte. La obra en cuestión son cinco paneles de la americana Julia Wachtel que yuxtapone imágenes de Minnie Mouse en plástico azul y el dedo en alto como advertencia con otras, intercaladas al revés, de Kanye West y Kim Kardashian en distintas tonalidades cromáticas. Un artilugio, el de la yuxtaposición repetida de la iconografía de cultura de masas, que ya elaboraron los artistas del pop art o Richard Prince. Novedad u originalidad poca, para que la pieza se eleve a título de toda la exposición a no ser que mande la marca de champagne que la patrocina. Una ironía de Saatchi si el que manda es el comercial que financia la muestra. 
Después de los paneles de la Wachtel, la australiana Sigrid Holmwood recrea con colones fluorescentes y butaneros imágenes tradicionales de la vida en el siglo XIX, un arte que contrasta con el de la canadiense Mia Feuer, la saudí Maha Malluh y la iraní Soheila Sokhanvari. Mia Feuer presenta Jerusalem Donkey, un burrito de papel mache atado de patas en el suelo. La escultura surgió de un taller que hizo la artista con menores en Palestina en donde el animal resulta ser el mejor medio de transporte entre los controles de seguridad israelíes. 
Cazos quemados de Maha Malluh ocupa una pared de 4.4 metros de ancho por un metro de alto llena de cazuelas de aluminio con el exterior quemado. Los retratos de personas mayores de la serbia Jelena Bulajic son de dos medidas, unos ocupan tres metros de alto por dos de ancho con todas las arrugas de la cara evidentes y otros alcanzan 27 centímetros por 21 centímetros. O muy grandes o muy pequeños. No hay intermedios. Las francesas Virgile Ittah y Stephanie Quayle, la americana Suzanne McClelland y la coreana Seung Ah Paikd son otras de las que presentan parte de su creación en la galería de mujeres. 
Las esculturas de la canadiense Julia Dault transforman materiales industriales en piezas de color arquitectónicas y geométricas en las que se deja ver el rastro de la manipulación y el esfuerzo para doblegar o atar los duros elementos. La norteamericana Mequitta Ahuja utiliza el óleo y el acrílico sobre lienzo o papel para crear coloridas figuras en medios naturales. Algunas de sus imágenes a cierta distancia parecen hechas de piezas de mosaico. Sólo mirando de cerca se atina que es pintura. 
La británica Alice Anderson ha utilizado 181 kilómetros de hilo de cobre para formar un gigantesco manojo de hilo y una voluminosa bobina, uno de sus "objetos inventariados" antes de que se los lleve el paso del tiempo. Esta instalación ha sido un encargo de la Saatchi que tiene abierta la exposición hasta el 6 de marzo. Las críticas no se han hecho esperar. El crítico de The Guardiandice que la reunión de sólo mujeres sin tema, coherencia ni hilo conductor que las vincule no hace al galerista un feminista. En Artnews le aplauden y le recuerdan que de los más de 500 artistas de la galería, dos tercios son hombres así que el encuentro de 14 mujeres es un buen gesto, pero sólo gesto.

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BLANCA ORAA MOYUA

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