lunes, 23 de marzo de 2015

Yan Pei Ming: «No tengo miedo de morir, tengo miedo de no vivir más»








Yan Pei Ming (Shanghai, 1960)
 creció durante la Gran Revolución Cultural Proletaria maoísta y trabajó como artista al servicio del régimen. Posteriormente formó parte del primer grupo de artistas en abandonar China en 1980. Con grandes expectativas llegó a Francia para estudiar Bellas Artes, diplomándose en esta materia en Dijon, París y Roma. Este cambio geográfico, cultural y artístico ha influido de manera decisiva en su trabajo. La obra de Yan Pei Ming destaca por su paleta reducida a la rotundidad del rojo, blanco y negro y por una pincelada de trazo violento y preciso. Su obra gira principalmente en torno al retrato, un genero artístico que interpreta enfatizando la carga psicológica que muestran sus icónicos personajes.
Cuando entras en el estudio parisino de este artista franco-chino tienes simultáneamente la sensación, no solo de viajar a través de la historia de la pintura occidental, sino también de reconocer algunos vestigios de la época en la que estuvo al servicio del régimen de Mao. Es quizá uno de los mejores ejemplos de lo que significa ser hoy artista en un mundo globalizado, donde el ser humano se enfrenta de una manera dramática a la experiencia de la soledad y de la muerte.
-Creció en China en plena Revolución Cultural hasta que con 20 años se traslada a vivir a Francia. ¿Cómo fue el proceso de evolución pictórica desde la restricción de un arte propagandístico al servicio del régimen a la libertad absoluta?
-En aquella época, en China, la influencia en la pintura era la del academicismo procedente de la Unión Soviética. Era una pintura propagandística al servicio del régimen de esa época. Los cinco años que pasé en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de Dijon fueron de total libertad para mí. A partir de ese momento logré fusionar lo que aprendí de la pintura propagandística con una visión muy personal del mundo de hoy en día. Mi libertad de expresión es muy pronunciada en mi trabajo actual.
-¿Cómo vivió el choque cultural de Oriente a Occidente, de un régimen comunista a la Francia socialista de Mitterrand?
-En Francia se destacaba la individualidad. Para mí, la política de Mitterrand era, sin duda, socialista, pero liberal.
-Fue becado por la Academia Francesa en Roma en 1993 ¿Qué impresión le causó Italia, cómo fue esa experiencia?
-Fue única. Viví un año maravilloso. Estaba como en el paraíso, siguiendo los pasos de todos los grandes pintores que han pasado por esa ciudad. Esos maestros antiguos me ayudan a entender el arte del pasado y me abren el camino hacia el arte que hay que hacer hoy. Para mí fue una experiencia inolvidable.
-¿Qué recuerdos tiene de su infancia?
-Mi infancia fue dichosa y solitaria. Siempre soñé con ser pintor porque puedo expresarme sin palabras. Es una fuerza.
-Ha pintado numerosas veces a su padre, también muerto. Hábleme por favor de él.
-Siempre he hecho retratos de mi padre. Mi forma de verle ha evolucionado a lo largo de los años. Además, en los títulos de estos retratos hay a menudo cualidades y defectos que le he podido encontrar. Es verdad que la forma en que un niño ve a su padre no es la misma que la forma en que un adulto ve a un progenitor de más edad. Creo que mis retratos de él ponen eso de manifiesto.
-Ha retratado en numerosas ocasiones a Mao. ¿Qué significa y quién es para usted?
-Está presente en mi trabajo desde niño. Era la imagen más reproducida y extendida en China. Me marcó. También recuerdo que mi primera lección en la escuela tenía el título ¡Viva el presidente Mao! Es un personaje mítico.
-En 2009, con su exposición «Los funerales de Mona Lisa», se convirtió en el primer artista chino en exponer en el Louvre. Un monumental retrato de la Gioconda era acompañado por cuatro lienzos: dos autorretratos representados por calaveras a partir del escáner de su cráneo, un retrato de su padre muerto y un autorretrato en el que finge estar muriendo rematan esta exhibicion. ¿Por qué llora la Mona Lisa? ¿Puede explicar esta particular perspectiva?
-Es una obra que hice en 2009 para el Louvre. Ese políptico se llama Los funerales de la Mona Lisa. Reinterpreté el retrato de Leonardo da Vinci: Mona Lisa llorando delante de su propio funeral y delante de los espectadores. Mi gesto es parecido al de Marcel Duchamp cuando le añadió unos bigotes.
-Su inquietud existencial empieza a muy temprana edad. La continua presencia de la muerte en su pensamiento es incesantemente representada en su obra. ¿La idea de la muerte le hace reafirmar la vida?
-En mi obra aparecen muchos estados emocionales: mis angustias, mis dolores, mis incertidumbres. La presencia de la muerte en ella es importante. Y también, por supuesto, la energía y la vida. No necesito hacer algo decorativo o meloso. La pintura no es una caricia.
-¿Qué le angustia más de la muerte?
-Cuando pienso en la muerte, me rebelo. A partir de ahí, trabajo aún más para llenar la vida. No tengo miedo de morir. Tengo miedo de no vivir más.
-Pinturas icónicas de la historia del arte, celebridades, sus autorretaratos o la representación de su padre. ¿Cree que es una forma de transcender?
-Me intereso por todo, tanto por la historia del arte como por los personajes históricos y los anónimos. La construcción de la Historia y los temas sociopolíticos me interesan mucho. Componen nuestro mundo y también mi pintura.
-La mayor parte de su obra es retratista, principalmente personalidades, políticos o celebridades en gesto rígido y solemne unas veces, amable y complaciente en otras. ¿En qué medida el retrato tiene relación con el paso del tiempo como en Rembrandt?
-Tiene razón. Rembrandt es un maestro del retrato y, sobre todo, del autorretrato. Es un artista importante para mí. No es el único. También hay pintores franceses, italianos y españoles como Goya, El Greco, Velázquez y Picasso.
-La fuerza expresiva y violenta de su gesto pictórico, unida a las considerables dimensiones de los lienzos y el dramatismo de la reducción de la paleta de colores, enfatiza la carga psicológica que transmiten los retratados. ¿Qué le interesa extraer del personaje?
-Para mí, la persona es la esencia de la humanidad. El retrato permite mostrar a la persona y mostrar su época.
-Ha declarado en una ocasión: «Lo que me interesa de una persona son sus actitudes, sus miedos y sus vidas, que a menudo son trágicas». ¿El objetivo es sentirse menos solo frente a sus miedos y a su existencia?
-Quisiera que el mundo comparta mis angustias, mis temores.
-En su serie sobre asesinos, gente que arrebata arbitrariamente la vida, ¿qué le lleva a interesarse por ellos?
-Los animales siempre han luchado por existir. Creo que pasa lo mismo con el hombre. Los conflictos, las guerras y las injusticias son propios del hombre.
-Como artista, ¿dónde encuentra la belleza?
-Para mí, se encuentra en la pintura.
-Ha tenido interés por Goya, como se pone en evidencia en su reinterpretación de «Los fusilamientos del tres de Mayo» o por Picasso, al que ha retratado. ¿Ha estado en el Prado? ¿Qué piensa de los maestros españoles?
-He visitado varias veces el Museo del Prado. Me ha impresionado cada vez. Cuando estaba en la escuela de arte en Dijon me marcó mucho uno de mis profesores: Jaume Xifrá. Era catalán y me habló mucho de los pintores españoles.
-¿Cree que hay una línea divisoria o al menos alguna diferencia entre los artistas chinos que después de la Revolución Cultural salieron de China y los que se quedaron?
-Hay diferencias entre los artistas que se marcharon y los que se quedaron. Sin duda. El entorno y el modo de vida son diferentes y, por tanto, el trabajo también. Yo soy un artista nómada, sin frontera. Soy un artista a secas.
-Su obra habla de guerra y paz, dinero y globalización, capitalismo y comunismo con la muerte de fondo. ¿Es esta su visión del mundo?
-Mi visión del mundo es relativamente pesimista. No creo en la paz. Desde que el hombre existe, la guerra existe y perdura. Me da la impresión de que el hombre luchará hasta la destrucción del mundo.

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BLANCA ORAA MOYUA

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