Las cuatro pinturas son propiedad de Patrimonio Nacional. Sin embargo, y en virtud de un decreto del año 1943 renovado regularmente desde entonces, reposan en las salas del Prado en condición de depósitos permanentes. Ayer, y a requerimiento de este diario, diversas voces del mundo de las artes reflexionaron en torno a esta controversia.
Los propios responsables del Museo del Prado reaccionaron ayer a las palabras del presidente de Patrimonio Nacional a través de la siguiente nota:
“1- Las pinturas aludidas en la información publicada se depositaron por el Gobierno de la República en el Museo del Prado, procedentes del Monasterio del Escorial, en los años 1932 y 1936. Este depósito fue respetado por Decreto de la Jefatura del Estado en 1943.
2- Las pinturas son de dominio público y no de propiedad privada, conceptos antitéticos; es decir, pertenecen a todos los españoles. Forman ya parte esencial de la identidad del Museo del Prado y se muestran, además, en el contexto histórico-artístico más adecuado para su valoración especializada y estimación ciudadana. Así lo ha entendido el Gobierno, que a lo largo de este proceso ha ofrecido al museo con reiteración las más amplias garantías sobre el mantenimiento permanente de las pinturas en su sede.
3- El Museo del Prado desea hacer constar que en ningún momento ha dejado de respetar la legalidad ni ha mostrado interés en alimentar una polémica pública con otra institución del Estado, y solo le queda agradecer las inequívocas manifestaciones realizadas por la Vicepresidenta del Gobierno, el Ministro de Educación, Cultura y Deporte y el Secretario de Estado de Cultura”.
Por su parte, un alto cargo del Ministerio de la Presidencia —del que depende directamente Patrimonio Nacional— dijo a EL PAÍS: “La titularidad de las pinturas corresponde a Patrimonio... pero el único lugar idóneo para la contemplación pública de esas obras maestras es el Museo del Prado”, informa Javier Casqueiro. Ya en el verano, y a preguntas de este diario, la vicepresidente del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, declaró que las obras “no saldrían del Prado”. El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte no quiso realizar ayer ninguna manifestación al respecto.
Antonio López (artista). “Si la propiedad es de Patrimonio, me parece justo que puedan contar con las cuatro obras que reclaman. No pasa nada porque los visitantes tengamos que ir a los dos museos para verlas. El Prado tiene tanto peso y tantos tesoros que seguirá siendo igual de importante aunque de vez en cuando no disponga de esas obras. Es un depósito y cuando los verdaderos propietarios reclaman lo suyo, no valen los litigios. Y esto es así, lo diga Agamenón o su porquero”.
Rafael Canogar (artista). “Entiendo la reclamación de Patrimonio y la solución que apunta es aceptable. Las cuatro obras pueden seguir en el Prado y, de vez en cuando, exponerse en el nuevo Museo de las Colecciones Reales. Es habitual que obras esenciales formen parte de préstamos internacionales durante un mes o más y nadie protesta por eso”.
Josep Serra (Director del Museo Nacional de Arte de Cataluña, MNAC). “Creo que el debate sobre la titularidad de las cosas le da un poco igual a la gente. Lo importante es el uso que se le dé a esas obras y que éstas se puedan contemplar de la mejor manera posible. En este sentido, no tengo ninguna duda de que las cuatro obras deben permanecer en El Prado. El Museo del Prado es más que un museo nacional, es patrimonio universal porque no solo es importante para Madrid, si no para todo el mundo”.
Fernando de Terán (director de la Academia de Bellas Artes de San Fernando). “Desvincular las cuatro obras maestras de Van der Weyden, El Bosco y Tintoretto de los Patinir, Mantegna, Tiziano o Rubens del Prado actuaría en detrimento de la experiencia perceptiva y cognitiva de las propias obras. El núcleo fundacional del Prado son las colecciones reales, por tanto, no tiene lógica que cuatro obras de esas mismas colecciones sean desubicadas del resto. Ningún historiador del arte, ni nacional ni internacional, puede avalar la salida del Prado de esas obras”.
Daniel G. Andújar (artista). “Los fondos de Patrimonio Nacional deben estar al servicio de los museos y no al revés. Entre el Prado y el Reina Sofía está perfectamente definido lo que debe ser un proyecto museográfico. Sería absurdo alterar ese orden y más si se trata de crear un nuevo museo en Madrid. El centro peninsular concentra tal cantidad de infraestructuras culturales que empieza a ser escandaloso”.
Elena Hernando (directora de la Fundación Lázaro Galdiano). “Es un tema suficientemente complicado como para opinar si no se tiene un conocimiento profundo. Me falta información”.
Secundino Hernández (artista). “¿Tiene sentido desmembrar una colección para hacer otra o hacer un museo nuevo que entre en competencia con otro ya consolidado? ¿Hay que privar al público del disfrute de obras que ya conviven con otras y cambiarlas de contexto? ¿Con qué fin?”.
Félix de Azúa (escritor y ensayista). “En cuestiones culturales con frecuencia se confunde el interés económico con el propiamente cultural. En esta disputa, lo que en realidad debe decidirse es si hay lugar para un nuevo museo madrileño de tipo clásico, con su presupuesto, sus puestos funcionariales, sus necesidades publicitarias, etcétera. En los países europeos suelen unirse esfuerzos ya que los museos en general son instituciones de casi imposible financiación. La cuestión no es a qué tiene derecho este museo o aquel otro, sino si hay voluntad política y presupuestaria para hacer un Prado bis. Sobre todo si es a costa de otros museos. No se trata de un asunto judicial, sino político y económico”.
Alberto Corazón (artista y académico de Bellas Artes). “Un nuevo museo no puede plantearse como un contenedor de obras de arte. Debe responder a un programa museográfico riguroso y explícito, y eso es lo primero que ha de proponer el de Colecciones Reales, antes que desproveer al Prado de obras consolidadas en su identidad histórica y científica”.
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