La nueva dirección del Institut Valencià d’Art Modern pretende que el IVAM vuelva por sus fueros. Que recupere la estela del prestigio que atesoró un museo que, desde la periferia, logró consolidarse como una referencia ineludible del arte moderno y contemporáneo en la España de finales del pasado siglo. Que deje atrás definitivamente la polémica de la etapa anterior protagonizada por Consuelo Ciscar.
Su pretensión empezó este miércoles a tomar forma a través de la primera exposición organizada bajo la dirección de José Miguel G. Cortés, nombrado para el cargo en septiembre de 2014. La muestra, que se inaugura este jueves, reúne unas 60 obras de importantes creadores como Richard Serra, Richard Hamilton, Robert Smithson, Bruce Nauman, Juan Muñoz, Gerhard Richter, Carmen Calvo o Guillermo Kuitca, la mayoría realizadas a partir de los años setenta.
La elección del título de la muestra, En tránsito, resulta tan significativa como las palabras escogidas por Cortés para presentarla como si de un breve manifiesto de las vanguardias artísticas se tratase: “Estamos de mudanza, vivimos tiempos de cambio, momentos fluidos que nos alejan de circunstancias, actitudes y comportamientos pasados. Iniciamos nuevos caminos pero sin perder la memoria. Caminos, quizá un tanto angostos, difíciles y ambiguos, pero no nos molesta que así sea. No creemos en las certezas ni en las convicciones férreas. Apostamos por el movimiento, la mutación y la transformación constante”.
Estas últimas tres ideas han conformado los ejes sobre los que giran las piezas de la exposición seleccionadas entre los notables fondos del IVAM, muchas de ellas apenas expuestas con anterioridad. No en vano, el movimiento constante de los 18 metros de la cinta transportadora de la obra de Serge Spitzer da la bienvenida al visitante y rompe la frontera entre el exterior, donde se exhibe la Chabola solar, de Marjerica Potroc, y una escultura circular de Serra cimentada en el pavimento, y el interior del museo.
La galería principal alberga la mayor parte de las instalaciones, fotografías, esculturas, pinturas o vídeos de la exposición. El cúmulo de ceniza industrial y madera de Ruthenbeck abre el primer bloque denominado Buceando entre los escombros. Llama la atención la rotundidad de la pieza constructiva de escayola, hierro y madera de Nauman junto a la ingravidez de Estructura volante II, de José María Yturralde y el aparatoso artefacto de Gilberto Zorio, que forman parte del bloque Mutaciones, jalonado por textos como el de Julio Cortázar: “Ya por entonces me había dado cuenta de que buscar era mi signo, emblema de los que salen de noche sin propósito fijo, razón de matadores de brújulas”.
Una gran cruz, formada por 13 monitores, conforma la videoinstalación de Gary Hill, que preside Cartografías/Identidades fluidas, el último bloque de la muestra, comisariada por el propio Cortés y Álvaro de los Ángeles.
No quiso el director del IVAM entrar en polémicas del pasado, como las cuentas de visitantes que la anterior dirección, desempeñada durante una década por Consuelo Ciscar, hinchó hasta en un millón,según los datos informatizados que el propio museo dio el pasado mes a este periódico. “La cultura no es una competición deportiva” para batir récords, dijo Cortés, profesor de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de Valencia y exdirector del Espai d’Árt Contemporani de Castellón, cargo para el que fue nombrado por Ciscar cuando era directora general en la Consejería de Cultura de la Generalitat.
“Mi obsesión es que el IVAM vuelva a ser el museo de todos los valencianos y que se sientan orgullosos de él. Y cuanta más gente venga, mejor. Pero hay novelas y películas estupendas que no tienen suerte en el mercado”, añadió Cortes, en referencia a las cifras que situaban al IVAM entre los museos de arte contemporáneo con mayor afluencia del mundo.
Durante los tres meses que lleva en el cargo, el nuevo director, el primero elegido en el IVAM por concurso público, ha mostrado su voluntad de romper con la herencia recibida, no asumiendo exposiciones y presentando un programa que pretende alejarse de los ataques por falta de rigor y amiguismo que las asociaciones de artistas, críticos y galeristas dirigieron a Ciscar y por los que pidieron su dimisión. En tránsito, que se podrá ver hasta el 31 de agosto, incluye también obras de Miquel Navarro, que protagonizó una polémica con Cortés a raíz de la decisión del nuevo director de desmontar una muestra permanente con la donación que el artista valenciano negoció con Ciscar.
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