Su 'leitmotiv' es el tiempo y sus herramientas, el cuerpo y la 'performance'. Esther Ferrer (San Sebastián, 1937) es una de las protagonistas de 'Apertura', con exposición en la galería 1 Mira Madrid
¿Qué libro tiene entre manos?
Tengo dos, L’age de l’univers, de Marc Lachièze-Rey, y De la démocratie en Pandémie: Santé, recherche, éducation, de
Barbara Stiegler.
¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?
Que deje de interesarme. Siempre tengo muchos otros que leer y no quiero perder el tiempo.
¿Con qué personaje le gustaría tomar un café mañana?
Enheduanna, hija de Sargon (2334-2279 a.C.), autora de los primeros poemas de la historia conocidos hasta hoy, himnos dedicados a la diosa Inanna.
¿Cómo le gusta leer, cuáles son sus hábitos de lectura?
No me gusta leer en el ordenador. Leo sentada en el cuarto de estar o en la cama, durante el día no, porque trabajo mucho y, si no salgo, después de cenar. Siempre tengo, además, un libro compartido con mi marido que nos leemos el uno al otro, suele ser de poesía.
Cuéntenos la experiencia cultural cultural que cambió su manera de ver la vida.
No creo en la experiencia única, mi manera de ver el mundo cambia continuamente según las circunstancias y mi curiosidad.
¿Es el tiempo el elemento clave de su trabajo?
La vida es cambio, transformación, seamos o no conscientes de ello, y supongo que esto es algo que influye en mi obra ¿Qué es el tiempo, cómo aprehenderlo, cómo visualizarlo, cómo hacer sentir su paso…? El tiempo es la materia prima que estructura mi trabajo.
¿Qué busca captar en todos esos autorretratos que veremos en su exposición de la galería 1 Mira Madrid?
Fue la única forma que encontré de visualizar el paso del tiempo: las huellas que este deja en el rostro, que es un compendio, un “mapa” de todas estas transformaciones. Usar mi propio cuerpo, de 1981 a 2019, era lo más fácil pero ha sido y continúa siendo, un largo proceso.
¿Qué le da la performance que no le aportan otros medios?
Me gusta porque es efímera, no deja huellas materiales, llegas, la haces, te vas y solo queda el recuerdo en la mente de los que estaban presentes. No hay que respetar ninguna norma, puede ‘atravesar’ todas las formas de expresión. Y tiene un elemento de riesgo: sé lo que voy a hacer pero no cómo se va a desarrollarla acción.
¿Dónde se siente más libre trabajando, en museos, galerías, teatros, festivales…?
En mi taller. En el resto de lugares estoy haciendo los deberes.
¿Le importa la crítica, le sirve para algo?
¿Sirve para algo mi trabajo? Sí, me sirve a mí para comprender el mundo en el que vivo. Si además les sirve a los demás, maravilloso, pero yo no voy a dejar de hacerlo. Y lo mismo pienso de la crítica. Supongo que le sirve a quien la hace y sé por experiencia que puede ayudar a otros a comprender no solo una obra sino, a través de ella, la realidad que nos toca vivir.
¿Cuál es la última exposición que ha visitado? Ejerza, por favor, de crítico y díganos qué le pareció.
La Colección Pinault en la Bourse de Commerce, en París. No puedo ejercer de crítica, no doy el nivel.
¿Qué obra teatral le ha impactado recientemente?
Ninguna, no he ido al teatro desde que empezó la Covid.
¿Se ha enganchado a alguna serie?
No he visto ni una sola, no tengo televisión.
¿Qué música escucha en casa?
Muy diversa, mi marido es compositor y, por supuesto, escucho su música y la de otros autores contemporáneos, y también mucha música tradicional de culturas muy diferentes a la nuestra.
¿Le gusta España? Denos sus razones.
Depende de cómo la cocinen.
Una idea para mejorar la situación cultural cultural de nuestro país.
Estimular el interés por todos los aspectos de la creación desde la escuela primaria, la curiosidad y la propia creatividad de los alumnos, que comprendan que se puede ser creativo en cualquier actividad.
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