domingo, 13 de septiembre de 2020

Elena Asins _Luis Francisco Pérez


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 Luis Francisco Pérez

En unas recientes declaraciones el pianista chino Lang Lang decía, y a propósito de las "Variaciones Goldberg" de Bach, que la número 25 "es realmente depresiva, dramática, te sientes en el centro de una gran soledad". Es lo que sentí ayer visitando, "contemplando", la muestra de Elena Asins en la galería "Elvira González", máxime sabiendo que la artista trabajaba escuchando a Bach, y en esta muestra hay obras pertenecientes a la serie "Canons" dedicada al genial compositor de Leipzig, ciudad en la que no nació pero sí está enterrado en ella, en la preciosa iglesia de Santo Tomás. Pues bien, yo me sentí igual de solo visitando estas obras fascinantes, obsesivas, gélidas, de alguna manera opresivas y dramáticas en la angustiosa geometría de su realización, en la gélida resonancia de su visualidad sonora, como si hubieran sido compuestas en la tonalidad de Re menor tan propia de un Réquiem. No he tenido nunca la ocasión de escribir sobre la obra de Elena Asins, y quizá me alegro de no haber tenido esa oportunidad porque no hubiera sabido encontrar el "locus" apropiado para desde allí poder expresar las raras e incómodas sensaciones que este trabajo me produce. Sin duda que la "fascinación" que me causa esta obra, incluso en su cualidad más noblemente admirativa, también puede resultar profundamente molesta y atravesada por un inquietante desasosiego de difícil formalización por medio del lenguaje. Sería algo así como establecer un canon barroco (no hay nada menos "minimalista" que el trabajo de Asins) a partir de la helada presencia de una geometría que lucha consigo misma con el deseo (de alguna manera imposible) de componer un estremecedor "Officium Defunctorum" (sí, claro, pienso en nuestro renacentista y no menos genial Tomás Luis de Victoria) con los obligados mimbres de una contemporaneidad de la que fatalmente no podemos huir. Ni la artista ni los espectadores. No sé expresar ni desarrollar la tristeza aúrea que me producen estos bellos (sí, muy bellos) trabajos que parecen hijos creativos de un Geómetra de dura e implacable condición que casi nunca parece "humana". Naturalmente que salí de la galería fascinado por una obra que por igual me asombra y me supera, y pensando que menos mal que no tuve ocasión alguna de escribir sobre su hacer creativo estando la artista en vida. Por suerte tenemos la Variación 25 de las Goldberg interpretada por Glenn Gould para que tan sublimes notas sepan decir lo que a mí me resulta muy complicado de expresar, por no decir imposible. https://youtu.be/ObQCKpwzylE











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BLANCA ORAA MOYUA

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