Rotundo y con energía, el artista irlandés Sean Scully (Dublín 1945) daba por descartado el proyecto de cesión de 200 de sus pinturas a la ciudad de Barcelona: “No, no. Es un asunto que no va a ningún lado. No se puede estar hablando años sin llegar a ninguna parte. La vida pasa”, zanjaba al ser preguntado por cómo estaba el proyecto que él mismo puso sobre la mesa hace más de un año. Lo que propuso Scully, pintor nacionalizado estadounidense y con obras en el Metropolitan y el MoMa de Nueva York y también en la Tate de Londres y en el Reina Sofía, era ceder 200 obras abstractas de su colección personal a la ciudad con la condición de que se expusieran en un museo que llevara su nombre.
La idea fue bien acogida por el Ayuntamiento de Barcelona que pensó en los espacios que se dispondrían en los pabellones de Alfonso XIII y Victoria Eugenia dentro del proyecto que pretendía convertir esa zona de Montjuïc en la Montaña de los Museos, algo que, en principio, no se ajustaba a los deseos del artista que quería un edificio propio –en la línea de la Fundacio Miró- y no un espacio compartido con otras exposiciones. Scully estaba dispuesto a asumir el coste de la adaptación del espacio que se decidiera y fuentes conocedoras de las negociaciones apuntan que se había empezado a perfilar un protocolo de intenciones entre el artista y el consistorio para dejar constancia del proyecto. Pero ese protocolo de intenciones no se llegó firmar. Como tampoco llegó a ningún puerto la Montaña de los Museos –una intervención en la que también estaban involucrados la Generalitat, el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), La Caixa y la Fira - ya que no pudo ser aprobada en los últimos meses del mandato de Xavier Trias que vio cómo el PP, su aliado habitual en cuestiones urbanísticas, no le apoyaba y tampoco tuvo el respaldo del PSC.
Frente a la contundencia del artista, que tiene estudio abierto en Barcelona desde 1994, en dar por zanjado el proyecto de la cesión de 200 obras, el galerista Carles Taché, que fue la persona que intervino en las conversaciones con el Ayuntamiento en nombre de Scully, no perdía la esperanza de que se pudieran retomar las negociaciones con la administración municipal actual.
Algunas obras del artista irlandés sí se pueden contemplar desde hoy en un espacio muy singular: la iglesia románica –fundada en 945- de Santa Cecília de Montserrat, integrada en el conjunto de la abadía de Montserrat, restaurada por la Diputación de Barcelona para convertirse en el Espacio de Arte Sean Scully. El artista de lo abstracto, minimalista, con obras de gran formato, ha realizado algunas de las pinturas que se pueden ver expresamente para la iglesia, como Cecilia, una gran pintura de tonos vivos “afines con el área del Mediterráneo”. Otra que también ha concebido expresamente para el nuevo espacio es Holly-Stationes, una interpretación del artista de las catorce estaciones del viacrucis. Otros óleos de dimensiones más pequeñas, siempre con las líneas macando los diferentes espacios, están dispuestos en las capillas laterales de la iglesia en la que el artista ha optado por los tres colores básicos para los vitrales; amarillo, rojo y azul. “Mis obras no las he concebido para una religión en concreto, son espirituales. No quiero promocionar una religión porque mi idea es que todas deberían estar juntas. Tampoco tengo un libro de instrucciones para que la gente interprete mis obras”, decía ayer. Una de las pinturas del espacio que más impacta es la que está justo a la entrada: Doric Nyx, por su austeridad y la severidad cromática. Profundamente espiritual, Scully no quiere dar relevancia a las religiones aunque algunas de sus obras en Santa Cecília sí lo son como tres crucifijos de cristal, el que preside el altar y otros dos en las paredes laterales. “Casi todo está pintado con metales, como cobre o aluminio porque es el material que mejor puede resistir los cambios de climatología de la iglesia”, explicaba Scully.
El artista inició una particular relación con la montaña de Montserrat hace unos 20 años cuando abrió estudio en Barcelona y se acostumbró a ir los fines de semana. Conoció a Josep Laplana, el padre director del Museo de Montserrat, y los dos desarrollaron la idea de que la iglesia de Santa Cecília acogiera alguna de sus obras. La reforma del conjunto, que ha costado 1.050.000 euros a la Diputación de Barcelona, ha servido, además, para recuperar el nivel del suelo original de la iglesia, a un metro más de profundidad.
“Lo que no queremos es que se convierta en un espacio de turismo, este centro es diferente, es espiritual”, apuntaba Laplana antes de la inauguración que fue presidida por el presidente de la Diputación, Salvador Esteve, el consejero de Cultura, Ferran Mascarell y el abad del monasterio, Josep Maria Soler. El Espacio de Arte Sean Scully se podrá visitar a partir del 2 de julio –excepto los martes- y la entrada será de 7 euros. También se podrán celebrar algunas ceremonias religiosas, como bodas y misas de acción de gracias.
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