La estrecha cama en la que dormía sigue intacta, encuadrada en una librería. Un polvoriento ejemplar de Jules et Jim de Henri-Pierre Roché reposa junto a obras de Proust, Malraux, Salinger. Ella ya no está, pero queda su rastro.
Louise Bourgeois es una de las artistas más reivindicadas e influyentes en el tránsito del siglo XX al XXI. Este domingo entramos en la que fue su casa desde 1961, ubicada en el barrio neoyorquino de Chelsea, de la mano del que fue su asistente durante sus últimos 30 años. La artista franco-americana falleció en 2010, a los 98 años de edad. En uno de los salones, junto al sofá, aún descansan, sobre una mesa, los tubos de pintura que utilizaba para pintar al óleo.
Fue una artista de honestidad brutal. Esculpía sus traumas, trazaba sus culpas, dibujaba sus obsesiones. Algunas de sus obras (33 de ellas, dicen los organizadores, inéditas) conforman la muestra que recala el próximo 10 de junio en el Museo Picasso de Málaga: Louise Bourgeois. I have been to hell and back [Louise Bourgeois. He estado en el infierno y he vuelto].
No hay comentarios:
Publicar un comentario