domingo, 22 de marzo de 2015

Maite Garbayo: “lo estético es político, es social, es ético”



Foto: Francina Ribes
Maite Garbayo Maeztu (Iruña, 1980) es profesora asociada en la Universidad Pública de Navarra e investigadora especializada en arte y feminismos. Llegó a Barcelona en el año 2012 por su tesis doctoral “Cuerpos que aparecen: performance y feminismos en el tardofranquismo”, en la que investigaba prácticas de perfomance realizadas en los años 70 en el Estado Español. “La parte más importante ocurre aquí en Cataluña y más concretamente en Barcelona, con todos aquellos/as artistas que han sido llamados ‘conceptuales’”. Su temprana aproximación al feminismo, más que por la teoría o por sus estudios de arte, fue desde el activismo: “con 12 ó 13 años yo ya me sentía feminista, veía muchas injusticias en el colegio y en el instituto.” A los 14 años ya empezó a militar en distintos grupos feministas. “Después, al estudiar Historia del arte, me di cuenta de que en toda la carrera no vimos prácticamente ni a una sola mujer. Creo que en una asignatura dimos algo de Frida Kalho, y en otra, un poco por encima a Tamara de Lempicka. Pero por ejemplo en renacimiento, en barroco, no vimos a ninguna pintora italiana como Artemisia Gentileschi o Sofonisba Anguissola, absolutamente nada. Así que empecé a interesarme y a leer por mi cuenta, y a partir de ahí, entré en la teoría feminista a través de la historia del arte y los estudios de cultura visual. Empecé leyendo a Griselda Pollock, a Amelia Jones, a las típicas historiadoras de arte feministas, y de ahí pasé ya a leer teoría feminista más general. Continué activa en distintos grupos feministas en los lugares en los que iba viviendo, y ya mis investigaciones se fueron encaminando hacia temas relacionados con las prácticas artísticas y los feminismos.”
“Si tenemos en cuenta que el feminismo ha sido probablemente la mayor revolución ideológica del siglo XX, creo que también lo ha sido en el ámbito artístico. Realmente fue algo importantísimo cuando a principios de los años 70 los discursos feministas, sobre todo en el mundo anglosajón, empezaron a impregnar el mundo del arte en distintos aspectos: desde historiadoras del arte que empiezan a preguntarse qué ha ocurrido con las mujeres artistas en los distintos periodos de la historia, y empiezan a hacer toda una labor de rescate e investigación sobre mujeres artistas de otras épocas, hasta las propias artistas que en ese momento están relacionadas con el feminismo, en los años 70, y empiezan a producir trabajos en los que ya hay un fuerte contenido feminista , de cuestionamiento de las representaciones normativas. También, sobre todo en Estados Unidos, en ese momento, las feministas empiezan a increpar a las principales instituciones y museos sobre la ausencia de mujeres artistas en su programación. A partir de ahí, creo que realmente las teorías feministas han tenido una influencia fortísima en el ámbito del arte y de la visualidad, así como en los movimientos teóricos de la segunda mitad del siglo XX. La postmodernidad, el postestructuralismo… no sé si hubieran sido posibles sin el empuje anterior de los feminismos”.
Uno de los aspectos más interesantes de la aproximación al feminismo de Maite Garbayo es la forma en que combina el activismo con la parte más teórica y académica, dos facetas que estamos de acuerdo en que a veces no están tan armonizadas como sería deseable. “Este desfase opera a un primer nivel que es muy claro, y es que las cosas que estamos leyendo actualmente de teoría a veces no resultan operativas para enfrentarse a lo que está ocurriendo en la calle. Por ejemplo, ahora volvemos otra vez a la carga con el tema de la ley del aborto, con la nueva reforma que acaba de plantear Alfonso Alonso, y resulta que en la teoría estamos hablando de disolución de binarismos, etcétera, y claro, el tema del aborto requiere salir a la calle e identificarte, al menos performativamente, como mujer, o como un sujeto/cuerpo femenino que funcione como base de toda una serie de reivindicaciones.”  Es un tema que surgió también en la entrevista con Fina Birulés, quien planteaba que en ocasiones se va muy lejos teorizando la disolución del género y el peligro de que eso pueda llevar de nuevo, en algunos casos, a la invisibilización de las mujeres. “Esto choca con una realidad que sigue siendo muy dura en términos de género. Hay unos datos de violencia sobre la mesa que son terribles, hay muchos temas que tienen una urgencia… pero yo tampoco pienso que esto debería dejar a un lado la teoría, si no que es combinable”.
En este sentido, le pregunto si cree que es necesario en algunos casos volver al esencialismo “más que volver al esencialismo, yo lo vería como una estrategia política de aparecer en el espacio público como un sujeto cuerpo definido como femenino, aunque obviamente hay todo un recorrido teórico en el que identificarme a mí misma como sujeto/mujer se convierte en problemático. La manera de tirar adelante con eso yo creo que es  a través de la performatividad, de convertir la identidad en algo estratégico, político y cambiante también.” Un tema muy vinculado a la teoría feminista desde los años 90. “Quien ha teorizado la performatividad dentro de las teorías feministas ha sido sobre todo Judith Butler. Hay antecedentes como Joan Riviere, la psicoanalista inglesa que en 1929 pronuncia la conferencia ´La feminidad como mascarada’, y Butler, además de partir de ella, se basa en una genealogía muy clara, que acoge las revisiones que Derrida realiza a partir de las teorizaciones de J.L Austin. Creo que realmente la cuestión de la performatividad ha sido muy importante para las teorías feministas, esta noción de cómo la identidad se va construyendo y configurando a través de la reiteración de una serie de normas. Pero ¿puede un sujeto constituido por estas mismas normas rebelarse contra ellas? Para mí esa es una de las grandes preguntas. Una pregunta sobre lo político. Una pregunta que atañe también al activismo. Quizá, obligándonos a contestar, la respuesta sería no. Un sujeto constituido en estas mismas normas no puede subvertirlas totalmente, acabar con ellas por completo… pero sí que hay pequeñas posibilidades de transformación y de rematerialización.”
Ante la pregunta de si es posible, a través del arte, acercar la teoría al activismo más callejero, opina lo siguiente: “No sé si lo diría así. Creo que lo estético es un espacio que permite decir las cosas de otra manera, torcer la forma en la que decimos las cosas. Esto se aprecia muy claramente en espacios de censura. Si analizas las prácticas de performance de la dictadura franquista en los 60/70 o de las dictaduras latinoamericanas de los años 80, se puede pensar en cómo proponen, desde lo estético, modos de sortear la censura, de decir sin decir, de buscar otras formas de decir aquello que no se puede decir. Y en este caso es la performance, es el ámbito de lo artístico, de lo estético, el que permite fundar otras maneras de decir, otros lenguajes.” A modo de ejemplo, podrían citarse algunas perfomances realizadas durante la dictadura franquista, que Maite Garbayo analizó para su tesis doctoral, “pero podemos también analizar otras realidades que no pertenecen al ámbito de lo artístico como performances. Voy a poner un ejemplo: las madres de la plaza de mayo en Argentina. Estas mujeres, que al principio son llamadas ‘esas viejas locas’ por algunos militares del régimen, de repente terminan convirtiéndose en uno de los elementos que produjeron mayor presión internacional contra la dictadura. Y creo que gran parte de esto tiene que ver con un componente estético. Es decir, las madres inventan un nuevo modo de hacer política, lo que hacen es visibilizar una serie de cuerpos: los de unas mujeres, y encima de edad madura. Estos cuerpos ocupan el espacio público dictatorial, que es un espacio en el que rigen una serie de normas muy concretas. Y luego está la forma en la que lo ocupan: comienzan a girar alrededor del monumento, es decir, esto es un acto performático en toda regla, es la coreografía de las madres girando alrededor, con toda una serie de elementos que son también del orden de lo estético: las fotografías de los desaparecidos, los pañuelos puestos en la cabeza, la forma de moverse, la forma de estar, la repetición, el hecho de que sea un ritual que se repite una vez cada semana… Lo que se pone en marcha ahí es una estrategia estética. Es lo mismo que hablábamos antes pero en este caso fuera de lo que es el contexto artístico propiamente dicho y dentro del terreno del activismo político. Esto demuestra también que lo estético no puede ser únicamente estético, como preconizaba la estética tradicional, la estética de la modernidad. Lo estético es al mismo tiempo político, es social, es ético…  conlleva toda una serie de cuestiones que desbordan lo que tradicionalmente ha sido considerado estético.” Pero advierte: “no creo que lo estético deba utilizarse como un recurso para traducir ciertas cuestiones, pues se corre el riesgo de literalizar. Más bien creo que lo estético puede fundar visualidades y puntos de vista periféricos, y aquí existe realmente un potencial político importante”.
Maite Garbayo se encuentra en Barcelona en el momento de la entrevista por la presentación del tercer número de la revista Pipa, de la cual es editora y fundadora. “La revista Pipa surge de varios encuentros, inicialmente casuales, entre el artista Francesc Ruiz, el diseñador gráfico Ferran el Otro y yo, que vamos coincidiendo en eventos relacionados con el ámbito del arte de Barcelona.” Ferran, que es diseñador gráfico y además tenía una pequeña editorial la animó a crear una revista, y de ahí terminó surgiendo. “El número uno y el número dos los seguimos haciendo los tres, Francesc, Ferran y yo, y el número tres, como ahora Ferran se ha ido a vivir a Colombia, lo hace Roger Adam, que es un diseñador también de Barcelona, que vive entre Barcelona y México. Pipa 3 tiene bastante que ver con México porque yo estuve todo el año 2013 allá.”
“Siempre digo que Pipa es algo que surge del deseo de hacer. Yo tenía muy claro, como editora, que no quería ser muy intervencionista, porque es una revista que tiene mucho que ver con la empatía, con los afectos. Es a partir de una cuestión de afinidad que la gente es invitada a colaborar.” La revista también tiene un marcado carácter feminista. “Me interesaba hacer una revista de arte contemporáneo, de teoría crítica y de feminismos, y siempre invito colaboradoras, y colaboradores que están dentro de circuitos feministas y que pueden aportar algo desde ahí. Por ejemplo, en el número tres está Mariana Berlanga, a quien conocí en México en el Programa Universitario de Estudios de Género de la UNAM, y mientras yo estaba trabajando todo el tema de la performatividad para analizar las prácticas de performance en el contexto de la dictadura, Mariana estaba trabajando performatividad para realizar un análisis del feminicidio en América Latina. Eran dos temas inicialmente muy diferentes pero en el modo de abordarlos había muchísimos puntos de unión, así que Mariana publica ahora en Pipa 3 un texto titulado “El performance del feminicidio en México”.
Unos meses atrás, Maite Garbayo estuvo en La Caníbal dando la conferenciaUna aproximación a la historia del movimiento feminista a través de su estética “En mi tesis trabajo la aparición del cuerpo en el espacio público en un contexto dictatorial. Está claro que hay muchos cuerpos de artistas mujeres que están irrumpiendo en ese momento: Fina Miralles, Àngels Ribé, Esther Ferrer… Una de las primeras preguntas que me hice es ‘¿qué otros cuerpos estaban apareciendo, paralelamente, en aquel momento, fuera del ámbito artístico? Indudablemente, los de las feministas. Franco muere en noviembre del 75 y en diciembre ya se organizan las primeras jornadas feministas en Madrid. Las feministas empiezan a salir a la calle con lo que fueron las primeras reivindicaciones del movimiento feminista a nivel estatal, que eran muy básicas -para empezar, amnistía para las más de 350 mujeres que había en aquel momento en las cárceles por los llamados delitos específicos: adulterio, aborto y prostitución-. Aquí empiezo a pensar en las estrategias estéticas que está utilizando el movimiento feminista en aquel momento, y esto me lleva a toda la producción gráfica del movimiento, que es impresionante en cantidad: pegatinas, carteles… En el País Vasco empiezo a recopilar carteles en las sedes de los grupos, a organizarlos cronológicamente, a tratar de hacer un análisis estilístico… y finalmente se convierten en documentos que nos están contando la historia del movimiento feminista en España en aquel momento, que es una historia que se ha contado muy poco, y sobre todo, a la que no se le ha dado el valor que tiene. Porque el movimiento feminista fue fundamental para muchas de las reformas legales que se llevan a cabo durante la transición: la ley del divorcio, la despenalización de los anticonceptivos…”. En la conferencia en La Caníbal, Maite proyectó esos documentos, y a través de ellos fue repasando esa historia: “la gente alucinaba con las fechas. Con que, por ejemplo, el código penal sobre violencia no se modifique hasta el año 95, y con que hasta el año 95 existiese lo que se llamaba ‘el perdón de la ofendida’, es decir, que si una mujer había sido violada pero perdonaba al agresor, éste quedaba libre.” Este proyecto lo ha realizado desde la Asamblea de mujeres de Álava, un grupo feminista en el que ha participado desde hace años “es un grupo muy heterogéneo, como yo creo que siempre sucede en los grupos feministas, pequeño y con mucha historia. Una de las cosas más interesantes es que es un grupo muy intergeneracional.”
Su próxima parada vuelve a ser México, donde tiene previsto continuar el trabajo emprendido en la tesis a través de un postdoctorado en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. “México es muy especial en muchas cosas. A mí es un país que me encanta y que me ha dado muchísimo, pero también ocurre que, en este momento, aquí no existe en absoluto la posibilidad que ahora me brindan allá: que una universidad te contrate dos años para hacer tu propia investigación, con un sueldo digno, en este país es algo que en este momento es impensable.” Y añade :“También creo que, al menos para los temas que yo trabajo, en Latinoamérica hay en este momento una producción discursiva muy interesante, que lamentablemente no está llegando al Estado español con facilidad. Seguimos traduciendo teoría anglo, que está muy bien, pero al mismo tiempo es increíble que se esté dando una producción de tanta calidad, en la misma lengua, y que gran parte de ella ni siquiera se conozca aquí”.

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