lunes, 3 de noviembre de 2014

La alumna del pecado




“No tengo ningún maestro pintor, mi maestro es un cierto sentido del pecado”. Lo afirmaba en 1981, Carol Rama (Turín, 1918), artista anticonformista, provocadora e incómoda, creadora de una obra pionera y personalísima, ignorada por la historiografía artística del siglo XX, que nunca supo integrarla en su desarrollo. Tras un débil intento de rescate a mano de la crítica Lea Vergini a mediados de la década de 1980 y el tardío reconocimiento de la Bienal de Venecia en 2003, el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba)reivindica la figura y obra de Rama, con la muestra más amplia que le ha sido dedicada hasta la fecha. Se trata de 200 piezas (óleos, dibujos y acuarelas), el 80% de las cuales procede de colecciones privadas y no se ha visto nunca en ámbito público, reunidas en La pasión según Carol Rama,una retrospectiva que incide en los momentos clave de una trayectoria larga y extremadamente prolífica, que se desarrolló entre 1936 y 2006. Son obras delicadas y descarnadas a la vez, que remiten constantemente a su contradictoria y mítica biografía, que desafían las corrientes artísticas de su tiempo y crean una nueva representación de la sexualidad femenina. Lenguas, penes, pechos y miembros despedazados, el retrato de su madre defecando, un humano penetrando un ornitorrinco o la primera masturbación masculina pintada por una mujer, eran temas demasiado fuertes para la cerrada burguesía turinesa fascinada por el arte povera, que triunfaba por aquel entonces.

Una sala con las paredes pintadas en rojo sangre, recoge las obras de su primera exposición individual, protagonizada por Appassionata, un recurrente personajes transgénero de cuya cabeza salen flores y brotes vegetales. La muestra fue cerrada por pornográfica y obscena, marcándola de por vida y empujándola hacia la que denominó la “guerra abstracta”. Sin embargo su afiliación al Movimiento de Arte Concreto fue breve (el Macba ha comprado una pintura de este periodo) y Rama volvió a la figuración, introduciendo nuevos elementos en los que denomina “bricolajes”, mapas orgánicos hechos con uñas, pieles animales, ojos de vidrio, cánulas, jeringuillas y componentes eléctricos. “Utilizaba los neumáticos como tiras de piel o pinceladas de pintura. Podría haber pertenecido al movimiento del arte povera, pero era demasiado sucia para ellos”, explicó en su apasionada presentación Beatriz Preciado, comisaria con Teresa Grandas, del proyecto que ha contado con el imprescindible apoyo del Archivo Carol Rama de Turín y Cristina Mundici, comisaria con Rudi Fuchs de la exposición en el museo Stedelijk de Ámsterdam en 1998, que marcó el inicio de su recuperación.
A pesar de que fue ninguneada por los miembros del arte povera, tuvo muchos amigos artistas como el poeta Edoardo Sanguineti, su gran amor platónico, el musicólogo Massimo Mila, que le regaló siete de sus dientes para una obra que forma parte de la muestra, el arquitecto Carlo Mollino, Andy Warhol, Man Ray, que le regaló un hermosa pulsera de marfil y Buñuel que la quiso para un cameo en Viridiana. “La muestra se enmarca en el nuevo proyecto museológico del Macba, que quiere sacudir las narrativas establecidas y contar historias heterodoxas. Rama no es una nota a pie de página, sino una artista capaz de cambiar la visión de la historia del arte. La necesitamos para ver el arte del siglo XX de otra forma”, aseguró Preciado. Tras su estreno en Barcelona (hasta el 22 de febrero), la muestra empezará un larga itinerancia que la llevará a París, Dublín y finalmente Turín.

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BLANCA ORAA MOYUA

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